‘Cómo encender un fuego’: un mundo en combustión
Libros
Almudena López Molina se inspira en el incendio de Notre Dame para una novela sobre los efectos de la precariedad.
La autora presenta su libro este sábado en Madrid.

“Todo empezó la tarde que vi arder Notre Dame de París y no sentí nada”. Sara Celeste, la protagonista de la segunda novela de Almudena López Molina, Cómo encender un fuego, editada por El Rey de Harlem, se descubre impasible mientras contempla la catástrofe. Quizás por el agotamiento que han generado en ella la precariedad, los encargos que encadena para que cuadren las cuentas, esa mujer en la treintena se percibe como “una carcasa vacía”, desconectada del mundo, y esa revelación le aterra: los artistas como ella trabajan con las emociones.
“Esas tres primeras páginas las firmo yo, no las firma Sara”, admite la escritora y guionista. “La novela empezó a tomar forma porque yo sentí la necesidad de escribir eso, y a partir de esa experiencia vi que podía sacar de ahí un personaje y hablar de una serie de temas que me interesan. A mí, el fuego de Notre Dame me pareció un incendio muy hermoso, y eso me hizo darme cuenta de que algo estaba mal en mí, porque yo soy historiadora del arte y se me presupone sensibilidad para el patrimonio histórico. Algo me pasaba”, recuerda López Molina, que presenta su obra, con la que quedó finalista del Premio Nadal, este sábado a las 12:00 en Madrid, en la librería Mujeres & Compañía.
Cómo encender un fuego coloca un espejo frente a una sociedad materialista y falta de empatía que valora a sus individuos por lo que producen, vincula sus identidades al trabajo. Su protagonista lo apunta: cuando nos presentamos, aclaramos a continuación a qué nos dedicamos, aunque eso sólo corresponde “a un tercio de nuestra actividad diaria”; desde que somos pequeños, “nos preguntan, con insistencia, qué queremos ser de mayores”.
“En la novela hay una reflexión sobre la búsqueda constante de la productividad, y cómo eso afecta a nuestra salud mental. Sara tiene que trabajar y trabajar para subsistir, y eso la sitúa al borde de la depresión”, analiza la narradora, que ha volcado en esta ficción “inquietudes que tenemos todos, que oyes en las conversaciones cotidianas. Yo he sido también adicta al trabajo, estaba alienada, y ahora intento cambiar eso, volver a ser una persona tridimensional”.
El libro, que dialoga “en su mirada feminista” con un poemario que ha publicado López Molina también en estos meses, La estrecha herida, retrata con una prosa clara y lúcida el desconcierto de una generación a la que le arrebataron un horizonte estable. “De niña me imaginaba que, cuando llegara a esa edad, sería una señora casada y con hijos, madre de familia, de ponerme los rulos a diario y vestir abrigo de paño marrón y corte sastre”, observa la protagonista. “Ese modelo era una semilla que nos plantaron en la cabeza, con la que crecimos, y que sólo ha florecido en unos cuantos. La mayoría no hemos podido materializar esa fantasía, pero tampoco sabemos si la queremos. Quizás esta crisis nos ha obligado a la gente de mi edad a preguntarnos si nos interesaban los patrones heredados”, sostiene López Molina, que no renuncia a la esperanza y embarca a su personaje en un trayecto “del aislamiento a la reconexión. Tal vez lo que tenemos que hacer es dejar de encerrarnos a ver Netflix y escuchar más a los demás, mirar al otro” .
También te puede interesar
Lo último