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Concerto 1700 | Crítica

Barroco de la España vacía

Un momento del 'Oratorio de San Miguel'

Un momento del 'Oratorio de San Miguel' / Lolo Vasco, Femàs (Espacio Turina)

Una floja entrada recibió uno de esos temibles conciertos de recuperación patrimonial que suele incluir el Femàs sevillano, habitualmente en coproducción con el CNDM del Ministerio de Cultura. Pese a esos malos augurios se trató de una obra muy deleitable, de prudente brevedad, bien contada por el cuarteto de solistas y bien acompañada por una orquesta mínima (cuerdas, órgano y oboe) bajo precisa dirección de Pinteño.

Y es que pese a ser entonces apenas un joven maestro de capilla en un rincón perdido de España como era Astorga, Hernández Illana demuestra en la partitura estar bien subido en la ola italianizante que barría Europa en esos inicios del XVIII: sinfonías y arias da capo traían al oído a Vivaldi y Corelli –con alguna modulación extravagante–, pero en los números de conjunto –más variados e interesantes formalmente, por cierto– sonaban inequívocas armonías de la vieja tradición española, la de los Hidalgo y Durón.

En esos dúos y coros supo contener su voz Aurora Peña, de bello instrumento pero cuyo vibrato algo desmandado veló sus agilidades en las arias. Gabriel Díaz cabalgó de nuevo con su técnica inteligente entre su redondo registro agudo y el más áspero de pecho, y Blázquez contruyó un Luzbel convincente. El mejor momento de la noche, junto al brillante final coral, fue el aria Ay de mí de Luzbel, en la que Adriana Mayer subió un escalón respecto al resto del elenco en convicción, dicción y patetismo a partir de una voz homogénea y de timbre sedoso.

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