DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Crítica de Música

La gloria del canto barroco

Hay quien sostiene aún que se dedican a la Música Antigua aquellos cantantes que no han podido entrar en el mundo de la ópera por sus carencias vocales. Sobre ser injusta hacia los cantantes que optan por un estilo determinado, la opinión es radicalmente errónea. Y como prueba aquí tienen este concierto que el abarrotado aforo del Maestranza recordará por mucho tiempo. Porque se trató de un recital apabullante de belleza y de despliegue técnico por todas las partes y así lo mostró el delirio del público aun después de tres generosos bises.

Con la complicidad de una OBS en estado de gracia de la mano de un Fasolis todo fuego, teatralidad y dominador de las acentuaciones y las dinámicas, Hallenberg encandiló con su fraseo todo naturalidad, con una línea de canto delicada, poética, apoyada en una emisión canónica que no rehúye de la coloratura, pero que se transfigura en pasajes patéticos como ese Lascia ch'io pianga que nos inundó de escalofrío, a la vez que mostró la solidez de sus graves en el final de Crude furie.

Por su parte, Genaux, además de un fantástico legato, se centró en la vertiente más pirotécnica de las óperas de Vivaldi. Gracias a una técnica muy personal, apoyada en un inacabable fiato, dejó al público anonadado por las interminables tiradas de semicorcheas y su habilidad para ornamentar pasajes ya de por sí complicados como los de Agitata da due venti. Pero ese dúo Son nata a lagrimar aún nos seguirá conmoviendo por mucho tiempo cada vez que lo recordemos.

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