“Lo importante no es solo lo que haces con tu identidad, también lo que haces con los demás”
Ángelo Néstore | Escritor
Confirmado ya como una de las voces fundamentales de la poesía contemporánea española, el autor de Deseo de ser árbol publica la novela Leche cruda (Reservoir Books), una aproximación libre de ataduras a la identidad y la memoria en la que el lenguaje se convierte en un objeto queer
Tan parecido al cielo
Artista no binaria residente en Málaga desde 2007, Ángelo Néstore (Lecce, Italia, 1986) es una de las voces más reconocidas y a la vez prometedoras de la poesía contemporánea en lengua españolas, en una trayectoria que cuenta con los Premios Espasa, Hiperión y Emilio Prados, entre otros. El también fundador de la editorial Letraversal publica ahora Leche cruda (Reservoir Books), una novela queer sobre la identidad y el aprendizaje que, advierte, no renuncia a la expresión poética.
Pregunta.¿Qué es una novela queer?
Respuesta.Una novela que no se pone el traje de novela. Está ahí, desnuda, siempre abierta a que se modifique la estructura propia de una novela. Es una novela que no sabe que es una novela.
P.¿Es entonces, quizá, poesía?
R.No tengo una forma poética o no poética de escribir. Supongo, tal y como me han comentado ya algunos, que a los lectores menos aficionados a la poesía Leche cruda les resultará una novela extraña, rara. Pero yo no he dado ningún salto a la novela, entre otros motivos porque siempre estoy saltando. Lo que quiero es poner en tela de juicio qué son las palabras y qué hacemos con ellas.
P.¿Hasta qué punto lo queer se concreta en el lenguaje?
R.Yo quería escribir sobre la experiencia de sentirte extranjero en tu propio cuerpo. De nacer inmigrante. Y sobre cómo se te encasilla a partir de ahí en cuestiones como la lengua. Creo que esto tiene mucho que ver con cómo cristalizamos nuestras ideas en un lenguaje y cómo queremos imponer nuestro lenguaje al otro para que nos entienda. Lo queer tiene que ver con la incomprensión de quienes nos rodean y con la posibilidad de convertir eso en belleza. No necesito comprenderte para poder amarte. De lo contrario, estamos tolerando. Como decía Néstor Perlongher, no queremos que nos toleren, queremos que nos deseen. Si toleras al extranjero, al marica, a la bollera, al anciano o al niño no estableces un diálogo. Pero yo quería explorar la posibilidad de amar fuera de una lengua común. Por eso he escrito Leche cruda.
"Lo 'queer' tiene que ver con la incomprensión de quienes nos rodean y con la posibilidad de convertir eso en belleza"
P.¿Puede ser, sin embargo, que esa extranjería queer sea la experiencia más transversal y que la tolerancia sea solo una convención artificial autoerigida en universal?
R.Por supuesto. Piensa en los cementerios: allí todos somos extranjeros. Otra cosa es cómo llegamos a esa extranjería desde la rigidez. Hay personas cuya muerte no importa; otras muertes, sin embargo, son muy lloradas. La clave está en cómo llegamos al cementerio y si hay posibilidad de que lleguemos de una manera justa y feliz, sin hacer pasar a los demás por el aro de nuestro lenguaje. Tal vez nuestros padres y nuestras madres no hablen nuestro lenguaje ni hayan leído a Judith Butler, pero eso no quiere decir que no nos quieran. Desde el lado queer no podemos dar un paso atrás, pero a veces sí hay que dar un paso adelante hacia quienes no nos entienden pero, tal vez, pueden querernos.
P.Todo el mundo tiene algo que aprender aquí.
R.Desde luego. En la novela, la protagonista aprende que las identidades se aprenden y desaprenden, pero siempre se arrastran. Yo me identifico como persona no binaria, pero también he vivido la masculinidad, he vivido y deseado como un chico marica, y eso de alguna forma lo sigo arrastrando. Pero no lo rechazo: celebro al chico gay que estaba allí, aunque ahora mi identidad sea otra. Y no pasa nada. No hay nada defectuoso en eso, igual que no hay nada defectuoso en los cuerpos. Los cuerpos equivocados no existen. Las personas trans no nacen en cuerpos equivocados: es la mirada del otro la que te hace pensar que estás en un cuerpo equivocado.
P.Al final, ¿lo más importante de la identidad no es lo que tú haces con ella?
R.Sí. Pero no solo es importante lo que haces con tu identidad, también lo que haces con los demás. A estas alturas no vale de nada reivindicarte tú solo. Necesitamos cooperar con los otros. De lo contrario, el mundo se va a la mierda. Estamos enrocados en posturas muy individualistas, con afirmaciones del yo que los discursos de extrema derecha han priorizado sobre cualquier otra cosa. Pero tenemos que volver al nosotros. El mundo es un nosotros. Y eso tiene que ver con lo que ponemos en el fondo de la foto: acercarte al otro solo para hacerlo salir en tu selfie es aún más terrible. Ahora mismo, me cuesta sacar el genocidio de Gaza de cualquier conversación pública. Me siento incómodo si me dedico solo a hablar de mi libro. Sería deshonesto hablar de la extranjería sin tener presente lo que está pasando.
P.¿Las lenguas son también estaciones de paso?
R.Leche cruda empieza así: “No se puede odiar a una madre. Por eso lo hago a escondidas”. No hay nada autoficcional en esto, salvo en que para mí la lengua materna es justamente una madre. En su momento repudié a mi lengua materna, igual que repudié a mi país, ya que viví allí la política de Berlusconi en todo su esplendor. Como joven queer nunca pude expresarme políticamente, por eso decidí dejar atrás mi lengua materna, igual que se deja una pareja. Lo que pasa es que, igual que con una ex pareja, llega un momento en que haces las paces de alguna manera. Esta novela ha sido como mandarle un wasap a un antiguo novio italiano y quedar para tomar un café.
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