Infierno bajo el agua | Crítica

A la buena sombra de Sam Raimi

'Infierno bajo el agua' se perfila como uno de los entretenimientos del verano.

'Infierno bajo el agua' se perfila como uno de los entretenimientos del verano.

No se confundan. Esta película nada tiene que ver con disparates televisivos resueltos con efectos digitales de cuarta como Tibupulpo (el ejército crea un animalito mitad pulpo y mitad tiburón), Pirañaconda (el ataque de un bicho mitad piraña y mitad anaconda) o Sharknado (un tornado succiona tiburones y los esparce por Los Ángeles). Bueno, un poco si tiene que ver sobre todo con la última, por lo poco plausible de su propuesta: un huracán en Florida recluye en una casa inundada a un padre, a su hija… y a unos cocodrilos de perversa inteligencia tan exagerada como su tamaño. Pero aquí cesan las similitudes. Además de que es más creíble que un huracán y una inundación arrastren a los futuros zapatos y bolsos de lujo hasta una vivienda, en vez de que los tiburones vuelen por los aires succionados por un tornado como la Dorothy de El mago de Oz para llover sobre una ciudad, lo fundamental es la muy buena realización de la película.

El francés Alexandre Aja, que debutó con la libre adaptación de un relato de Cortázar (Furia), saltó a Hollywood con un remake burraco y fallido de Las colinas tienen ojos a la que siguió otro remake, esta vez más interesante, de una película surcoreana (Reflejos) y otro remake más de otro título del cine popular de miedo y sangre (Piraña 3-D), logró superar su larga etapa de pinche dedicado a los refritos –pese a que su despropósito erótico-hemoglobínico de las pirañas tenía su gracia desvergonzada– con la posterior Cuernos y ahora se muestra como un pequeño maestro del cine de susto, efectos, angustia y sangre con esta fantasía saurio-terrorífica. Con tramas secundarias tomadas de otras películas de catástrofes como Operación: Huracán o Hard Rain en las que atracadores aprovechan desastres naturales para sus fines.

Aja, que empezó como un enfant terrible de la llamada New French Extremity, invento que agrupa sin distinguir calidades (porque se mete en ella tanto a Ozon como a Chereau, Crax o este puramente artesanal y serie B Aja) a directores franceses presuntamente brutales y transgresores. Nada tiene que ver con los colegas antes citados y sí mucho con la serie B americana, genuina o recuperada por directores como Carpenter, Dante, Craven o Raimi, quien no casualmente produce esta Infierno bajo el agua.

Por eso este autor de remakes de películas de Craven o de Dante se encuentra tan a sus anchas a la sombra de Raimi y demuestra un gran talento artesanal en esta película que es una de las más entretenidas y gozosamente disparatadas sorpresas de este verano.

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