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Abrir el patrimonio público

La otra llave del museo

  • Las principales pinacotecas españolas con autonomía en la gestión han regulado la cesión y alquiler de sus espacios para eventos, una asignatura pendiente en los museos andaluces

Visita privada a una de las salas expositivas del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Visita privada a una de las salas expositivas del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. / Pablo Casares

En diciembre de 2015 el Bellas Artes de Sevilla se cerró excepcionalmente al público para acoger la entrega por los Reyes de las Medallas de Oro en Bellas Artes, un evento que ofreció al museo que dirige Valme Muñoz una visibilidad y promoción que prolongó con sus exposiciones dedicadas a Pacheco y al Año Murillo. En lo que va de 2019, sin embargo, una visita a puerta cerrada en abril de Sergio Ramos y Pilar Rubio autorizada por el ex director de museos andaluces Fernando Francés, cuyo hijo es el galerista a cargo de la colección del futbolista, y la más reciente cesión gratuita de varios espacios del Bellas Artes para la gala de una revista del corazón han puesto de relieve la laguna existente en la regulación del uso comercial de espacios en los museos gestionados por la Junta de Andalucía -con dos grandes excepciones, el conjunto monumental de la Alhambra y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC)-.

La situación contrasta con el marco estatal donde, en las últimas décadas, cada vez son más los museos dotados de cierta autonomía de gestión que han encontrado en la organización de actos privados una forma de generar recursos propios; prácticas éstas que se iniciaron en los museos anglosajones en los años 50 y a las que Europa se incorporó dos décadas después. Como prueba de lo consolidada que está la actividad, existe incluso un Salón Internacional de cesión de espacios de museos, monumentos y salas de espectáculos (Museva), que se celebra en Francia, y donde el Museo Nacional del Prado estuvo presente por primera vez junto con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el Museo Nacional Reina Sofia y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El Rey Felipe VI en el Bellas Artes de Sevilla en 2015 durante la entrega de las Medallas de Bellas Artes. El Rey Felipe VI en el Bellas Artes de Sevilla en 2015 durante la entrega de las Medallas de Bellas Artes.

El Rey Felipe VI en el Bellas Artes de Sevilla en 2015 durante la entrega de las Medallas de Bellas Artes. / Antonio Pizarro

Este tipo de actividades está refrendada por la Ley 25/1998, de 13 de julio, de modificación del régimen legal de las tasas estatales y locales y de reordenación de las prestaciones patrimoniales de carácter público, que estableció las características esenciales de la que será a partir de ese momento la tasa por utilización de espacios en museos y otras instituciones culturales del Ministerio de Educación y Cultura. Sin embargo, en Andalucía, en los últimos treinta años, no se ha tomado ninguna medida legislativa al respecto. De ahí que la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, anunciara esta semana en el Parlamento que prepara una nueva tasa por usos especiales de espacios culturales gestionados por la Junta, de modo que pueda cobrarse por realizar ciertas actividades y fijar los límites de éstas.

Mesa imperial dispuesta para una cena en la sala de las Musas del Museo del Prado. Mesa imperial dispuesta para una cena en la sala de las Musas del Museo del Prado.

Mesa imperial dispuesta para una cena en la sala de las Musas del Museo del Prado.

Entre las instituciones pioneras en la materia destaca el Museo del Prado, que cuenta en la actualidad con un equipo con más de 15 años de experiencia liderado por un conservador de museos para organizar actos corporativos de carácter cultural. Sus tarifas se establecieron a partir de la Orden del Ministerio de Presidencia 1637 del año 2000. Por este concepto la principal pinacoteca española ingresó 142.732 euros en 2003, cifra que subió hasta los 810.520 euros de 2017, cuando supusieron un 1,78% sobre el total de recursos del organismo (45.417.913 euros) y un 2,57% de sus ingresos propios (31.481.973 euros).

Desde el año 2000 el Prado ha aprendido qué tipo de actos puede y no puede asumir. Al principio la actividad consistió en visitas privadas fuera del horario de apertura al público hasta que en 2007, con la ampliación y la incorporación de nuevos espacios como el auditorio, el claustro o la sala de las Musas, los eventos se diversificaron y aumentó su cifra, "manteniendo intacta la vocación cultural que les otorga un valor diferencial", explica Celia Guilarte, responsable de Relaciones Institucionales del museo.

Los eventos del Prado "mantienen intacta la vocación cultural que les otorga un valor diferencial"

Los límites para esta actividad son las mismas, con independencia de que las organice el sector público o una entidad privada: "Se deben ajustar a las condiciones de conservación del museo y no deben interferir en el desarrollo de su actividad pública". Visitar una de las mejores pinacotecas del mundo fuera del horario de apertura pública es la modalidad que más solicitudes recibe aunque se han acogido actividades de muy diversa índole, como galas de entrega de premios (Cultura Gitana, Arte y Empresa...) y visitas ad hoc para colectivos tan diversos como empresas tecnológicas, corporaciones y hasta la Asociación Española de Denominaciones de Origen, que hizo un recorrido guiado por los bodegones donde estaban representados sus productos.

El Prado, conviene recordar, no celebra actos privados en las salas de exposiciones, motivo en 1994 de una polémica que se saldó con la dimisión del entonces director Francisco Calvo Serraller por autorizar la realización de un reportaje de sillas de diseño en la sala de Las Meninas.

Tampoco el Museo Nacional Reina Sofía cede comercialmente sus espacios expositivos, aunque puede abrirlos gratuitamente para temas de interés cultural, como ha ocurrido con rodajes documentales en la sala del Guernica. Al igual que el Prado, cuenta con numerosos ámbitos en los que celebrar eventos culturales y corporativos -como cócteles y cenas de gala-, que se pueden complementar con la realización de visitas privadas y exclusivas a su colección.

Evento de la Cámara de Comercio en el Atrio del Guggenheim Bilbao. Evento de la Cámara de Comercio en el Atrio del Guggenheim Bilbao.

Evento de la Cámara de Comercio en el Atrio del Guggenheim Bilbao.

Dado que el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York llevaba muchos años celebrando eventos en sus espacios, el Guggenheim de Bilbao ya nació con esa vocación, explica Cristina Galdeano, responsable del departamento de eventos especiales del museo vasco. Gracias a las empresas que pertenecen al Programa de patrocinio del museo, al Programa de Miembros Corporativos y a la posibilidad de celebrar eventos en exclusiva el Guggenheim cumple con el compromiso de autofinanciación. "Tenemos siempre presente la actividad principal del museo como institución artística, de manera que el horario y la calidad de la visita sean la prioridad frente a los eventos especiales. Somos muy cuidadosos con la puesta en escena en cada actividad, de modo que la imagen e identidad del museo prevalezca y sea puesta en valor. Y no admitimos que en los eventos se exhiban obras de arte", explica Galdeano sobre las líneas rojas que no se deben cruzar. El Atrio es el espacio más emblemático del Guggenheim y por ello es el más demandado, seguido del auditorio.

El Guggenheim, además, anima a los organizadores de los eventos a que incluyan visitas a las exposiciones en el programa del evento, que en muchas ocasiones se realizan de forma privada, a museo cerrado. "Con estas visitas reforzamos nuestra misión de acercar el arte moderno y contemporáneo a la sociedad, a través de nuevos públicos procedentes del ámbito empresarial y congresual", continúa Galdeano. Estas actividades no tienen traducción directa en el presupuesto pero contribuyen al conjunto de los ingresos derivados de Miembros Corporativos y Patrocinio, que suponen un 20% del presupuesto operativo del Guggenheim Bilbao, añade. Convenciones, desfiles de moda, entregas de premios, cenas y conciertos son algunos de los eventos que alojan los espacios del Guggenheim, como su acogedora biblioteca, que cuenta con mobiliario diseñado por el arquitecto Frank Gehry.

El Museo Thyssen-Bornemisza, por su parte, cubre aproximadamente un 5% de su presupuesto mediante su política de alquiler de espacios. El director gerente del Thyssen, Evelio Acevedo, explica que "el alquiler de espacios es muy útil para la autonomía financiera y la sostenibilidad de las instituciones culturales. Además, abre otras vías de colaboración con empresas y nos ayuda a divulgar la colección, lo cual es parte de nuestra misión". Algunos espacios del Thyssen son idóneos para acoger almuerzos, cenas o un cóctel. "En nuestro caso, el evento siempre va acompañado de alguna modalidad de visita a la colección permanente, o a alguna exposición temporal, lo que enriquece mucho esa celebración". Sus tarifas oscilan entre los 1.000 euros que paga un grupo por una visita privada matinal -antes de que el museo abra sus puertas a las 10:00- a los 26.000 euros (más IVA) que se piden por celebrar en el hall central un evento para 800 personas de pie. La curva de exposiciones temporales, el mirador y las terrazas son algunos de los espacios más demandados y las tarifas son accesibles en la web de la institución.

Las líneas rojas que Evelio Acevedo considera infranqueables al abrir el museo a empresas y eventos son "el uso indebido de nuestros espacios y todo aquello que pudiera vulnerar la misión del museo, la seguridad, la protección del patrimonio que albergamos. Un museo es un templo de la cultura abierto al público pero siempre requiere de respeto".

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