“Para mandar a todos a paseo, voy a Sevilla”

Se cumplen cien años de la muerte de Pierre Louÿs, el autor de ‘Bilitis’ y ‘Afrodita’ que en 1895 y 1896 visitó Sevilla, donde influido por la ‘Carmen’ de Bizet concibió ‘La mujer y el pelele’ que llevó al cine Buñuel

'Carmen', la mujer que arde, vuelve al Maestranza

Retrato del escritor Pierre Louÿs.
Retrato del escritor Pierre Louÿs. / D. S.

Cuando vino por primera vez a Sevilla, en 1895, Pierre Louÿs (1870-1925) era un perfecto desconocido. Cuando vuelve un año después, en 1896, ya se ha convertido en uno de los escritores más populares de toda Francia y de Europa entera. Ningún autor había conseguido en vida vender tantos ejemplares de una obra como Louÿs con Afrodita, la diosa griega del amor. Hoy se cumple el centenario de un escritor que encontró en Sevilla su particular parnaso de la felicidad. Venía, en palabras de uno de sus amigos, “al país de las morenas de las ágiles caderas, de las Carmencitas”.

Buscaba el Sur y el sol por prescripción facultativa para combatir unos trastornos pulmonares. Sevilla no le resultaba ajena. Paz Ortega y Morejón, la esposa de su hermano, el diplomático Georges Louis, era natural de Carmona, aunque la primera persona que le habla maravillas de Sevilla sería su buen amigo (con el que después pelearía) André Gide (Nobel de Literatura en 1947), que había visitado la ciudad en 1892 en compañía de su madre y había quedado impresionado con el ambiente en las calles de la Semana Santa.

“Hasta la semana pasada no he sabido dónde iría a pasar el invierno”, le escribe a su hermano Georges el 28 de diciembre de 1894. Le sugirieron distintos destinos: El Cairo, donde el diplomático sería embajador; a Biskra, ciudad argelina por la que había pasado el propio Gide. “No vaya a Málaga, es una ciudad de manufacturas y eso apesta y es malsano”, le dijo alguien para descartar otra de las opciones; también le mencionan las Canarias o Palermo; “allí compuso Wagner Parsifal”. “Pues bien, para mandar a todos a paseo, voy a Sevilla”.

No vino solo, lo hizo con su amigo Harold. Cogieron una habitación en el Grand Hotel de París, ya desaparecido, ubicado en la plaza del Pacífico (antiguo nombre de la plaza de la Magdalena). No viajó solamente por el clima y por cuidar su delicada salud, sino impactado por la ópera Carmen de Bizet, de la que este año se cumplen 150 años de su estreno, los mismos que de la muerte de su compositor, Georges Bizet. Cuentan que Pierre Louÿs había visto más de veinte veces la ópera y tocando una de sus arias al piano se le ocurrió la trama de La mujer y el pelele (La femme et le pantin), directamente inspirada en lo que vio y sintió en sus estancias sevillanas.

La novela la llevó al cine Luis Buñuel con el título de Ese oscuro objeto del deseo. La empezó a escribir en Sevilla, la primera semana de septiembre de 1896, se le paró en seco la inspiración (o crecieron las ganas de aventuras amorosas) y la reanudó año y medio más tarde en El Cairo, donde la concluye entre el 23 de marzo y el 5 de abril de 1898.

Visitó los escenarios de ‘Carmen’: la plaza de toros y la Fábrica de Tabacos

Sus diarios y su correspondencia, especialmente con su hermano Georges Louis y con su amigo el músico Georges Debussy, fueron recopilados en 1984 por Jean-Paul Goujon y María del Carmen Camero Pérez en la obra Pierre Louÿs y Andalucía (Cartas inéditas y fragmentos, Alfar/Universidad). Amigo del pintor Zuloaga y del músico Albéniz, contaba con una de las mejores bibliotecas de Francia. Cuentan Goujon (premio Goncourt por su biografía de Pierre Louÿs) y Camero que a Sevilla se trajo en el equipaje ciento tres volúmenes, además de doce cuadernos y cuatro atlas. Lo primero que hace nada más poner los pies en Sevilla fue tomar la decisión de aprender español. Cogió un profesor español. No fue el único que lo visitó en el hotel. También el médico que lo trató de un resfriado, el doctor Marimon. Una pulmonía que cogió por viajar en un tren de segunda desde Irún a Madrid para después quejarse de que se gastó más en médicos y farmacias que lo que se había ahorrado en el billete de ferrocarril.

El mito de Carmen le persigue por doquier en sus paseos por Sevilla. Fue a la Maestranza y entró en la Fábrica de Tabacos, “este inmenso harén de cuatro mil ochocientas mujeres, tan libres en sus modales y propósitos”. Va a cambiar su percepción de la mujer en cuestión de horas. En un paseo por Sierpes, Amor de Dios y la Alameda dirá el 13 de enero de 1896: “Decididamente las sevillanas son muy feas… Ya hace cuatro días que hemos llegado y sólo hemos visto errores”. El 14 de enero visita las Cartuja, “inmensa fábrica de cerámica en la que trabajan quinientas mujeres, algunas de las cuales, absolutamente extraordinarias. Curiosamente, nos habíamos equivocado respecto a las sevillanas”.

Le cogen días de lluvia y tormenta que pasa encerrado en la habitación del hotel leyendo un libro sobre Casanova. Harold, su amigo, bromea con que ese clima era más propio de Noruega. Llegarán jornadas de calor. “Esto es Senegal”. Pierre Louÿs nace doce días antes de que muera Gustavo Adolfo Bécquer, poeta al que según su secretario, Jean Cassou, admiraba y recitaba de memoria muchos de sus poemas.

Lo primero que hizo cuando llegó a Sevilla fue dar clases de español

Llegó en pleno invierno y pretende conocer la primavera sevillana. “Tengo la intención de quedarme aquí hasta el 1 de mayo, fecha límite. En abril es cuando tienen lugar a la vez la Semana Santa, las grandes corridas de toros y la Feria. Sería un poco tonto irse antes”. Intentó leer el Quijote en español “pero es muy difícil. ¡Qué lengua!... hay una infinidad de palabras que no sirven para nada en absoluto… Ni el alemán, ni el latín, ni el griego dan tanto trabajo. Es casi tan difícil como el francés”.

Visitó en Carmona la casa de su cuñada y recorrió otras ciudades andaluzas. Además de Sevilla, le entusiasmó Jerez camino de Cádiz. “Es una de las ciudades que quiero guardar en mi recuerdo. Por ella daría dos Cádiz, ciento veinticinco Málagas y casi un rinconcito de Sevilla”. La mujer y el pelele es el principal legado de la estancia en Sevilla de Pierre Louÿs. Fue cambiando el título de la obra: La Mocita, La Sevillana, La Andaluza, hasta que finalmente vio en el Prado un cuadro de Goya con el título definitivo. Escribió un Vocabulario erótico español que está inédito.

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