Martín Luna, escritor y editor: "Nadie sale triste después de tomarse una cerveza"
Libros
'La puerta de al lado' es la última novela de este editor sevillano, una historia que nos habla de la pérdida, del amor, de la amistad y de una Sevilla que ya pertenece a la memoria de sus paisanos
La imaginación libre
Una historia sobre el amor, sobre la pérdida, sobre el pasado. Desde estos temas –desde estas cerraduras- se podría abrir La puerta de al lado, novela del escritor y editor Martín Luna (Sevilla, 1976). En sus páginas, el protagonista deambula calles de la zona norte de Sevilla y nos recuerda un poco a ese poema de Manuel Machado que dice: “Tu calle ya no es tu calle: / que es una calle cualquiera, / camino de cualquier parte”. Porque la avenida de Miraflores o el barrio de San Julián son el recuerdo, la quedada, la adolescencia. Es lo que años después llamaron en las facultades “la geografía de la percepción”. Una rama de esta ciencia que “trata de llevar a la cartografía, al papel, lo que tú has vivido o sentido en este lugar”, explica el autor. Mucho de eso hay en esta novela que publica Ediciones en Huida. Y ya que estamos entre caminos y calles, nosotros hacemos el recorrido inverso y vamos, no a la huida, sino al encuentro, de Martín Luna.
Pregunta.Su novela, La puerta de al lado, es también una espléndida guía de bares sevillanos.
Respuesta.Sí, también.
P.Lo malo es que muchos han desaparecido.
R.Como otras tantas cosas en Sevilla. En esta última década lo que sucede es que todo desaparece más rápido. Un síntoma de nuestro tiempo: todo es más vertiginoso. Se van las cosas de un día para otro. Cuando cierra un bar al día siguiente hay un piso turístico.
P.¿Es esta una novela sobre la pérdida?
R.Es una novela sobre la vida en general. Aunque se vertebra sobre la pérdida.
P.Está la amistad y el amor, también.
R.La novela son los elementos que forman la vida: el tiempo, la amistad, el amor, la muerte.
P.Jairo, el Casacuna, María, el Rata. Son los personajes que encarnan esos elementos que usted señala.
R.Igual que mi personaje va zigzagueando por la zona norte de Sevilla, la novela también zigzaguea entre la vida de ellos. Mostrando sus pulsiones.
P.Me ha dado la sensación de que usted ha escrito sobre una Sevilla que ya no reconoce.
R.Es una novela en la que tiro de memoria. No es autobiográfica, pero sí cuenta la biografía de muchos sevillanos. Hay vivencias que han tenido otras personas que no he sido yo, pero que he conocido. Me remonto a esos años ochenta y noventa.
En mi instituto, Pino Montano, la heroína entró muy fuerte en los ochenta. Me encontraba a alumnos con la jeringa en el brazo, en los servicios"
P.¿Qué cree que ha cambiado de esa Sevilla de hace treinta o cuarenta años?
R.En mi barrio, por ejemplo, vivía gente que era de fuera de Sevilla. Gente de pueblos de la provincia que no tenía para vivir en zonas más próximas al casco histórico y entonces se quedaba en Pino Montano, Pino Flores, San Diego. Pero ahora la gente que vive en ese barrio es las generaciones que hoy no se pueden comprar un piso siquiera a 150 metros de la ronda. Y se tienen que ir al extrarradio de Sevilla. El sevillano como tal, antes, no vivía en Pino Montano. Era gente de la provincia. Ahora el sevillano tiene que buscar en Pino Montano, Alcosa, Rochelambert.
P.¿Qué factores han sido cruciales en ese cambio?
R.Bueno, para empezar esto es un cambio que no sólo afecta a Sevilla. Cuando yo estudiaba Geografía, en el año 95, vimos con Víctor Fernández Salinas –a quien la UNESCO le encarga el informe para la Torre Pelli- cómo Sevilla se estaba convirtiendo en un escenario de cartón piedra. Ya en el año 95. Luego reparaba en que las mismas farolas o papeleras de la ciudad estaban en Málaga o en Guipúzcoa. Hay un proceso de mundialización de las ideas, pero también de los estándares del urbanismo.
P.Creo recordar que en Zaragoza hay un tranvía similar al de Sevilla. Un entorno muy parecido al de la avenida de la Constitución.
R.Claro.
P.¿Echa usted de menos esa Sevilla ochentera o noventera? ¿Hay nostalgia en esta novela?
R.Siempre digo que no echamos de menos el barrio o una vivencia. Lo que echamos de menos es la edad. En mi caso, el año que viene cumplo cincuenta. A mí lo que me gustaba de aquella Sevilla era la juventud, lo que tenías por delante. Esos veranos eternos de la infancia del protagonista. Actualmente no te das cuenta ni de cómo pasa el verano. Te das cuenta por las calores, y poco más. Yo no echo de menos esas tardes eternas del verano, echo de menos no tener que pensar en el tiempo.
En Sevilla hay árboles que te dan una sombra que no hay que propiciar. Aquí hay un vicio del naranjo. Todo no puede ser naranjo"
P.Otro tema que se trata en la novela, aunque de manera tangencial, es la droga. ¿Recuerda usted que afectara especialmente en estos años ochenta y en esa zona norte de Sevilla en la que vivió?
R.La droga estuvo muy presente. En mi instituto, Pino Montano, la heroína entró muy fuerte en los ochenta. Me encontraba a alumnos con la jeringa en el brazo, en los servicios. En mi barrio ha habido patrullas vecinales para echar a los drogadictos. Padres que salieron a las calles para echarlos. Hemos vivido los camellos, el miedo de que te parara el yonqui y tú, de niño, con mil pesetas en la mano para pelarte. Eso lo hemos vivido allí en el barrio.
P.Una pregunta un tanto tópica: ¿actualmente hay más Sevilla en Pino Montano que en el casco histórico?
R.Por supuesto. Ahora mismo Sevilla reside en extramuros. Seguro. Eso no significa que no haya sevillanos en intramuros. Claro que los hay, y muchos y muy sevillanos, que diría aquel. Pero tú vas a mi bloque, o al de mis padres, y verás que no hay ningún piso turístico. En mi calle tampoco. En mi barrio lo dudo. En Los Arcos sí me han dicho que hay locales que cierran y ahí te meten un piso turístico. Es algo a lo que le tendremos que poner freno, de algún modo.
P.¿Y de qué modo?
R.Eso lo tiene que regular la clase política, no los escritores.
P.Hay un tributo a la Cruzcampo. Una página que es un pregón sevillano a la Cruzcampo.
R.Es uno de los elementos vertebradores de Sevilla. Yo podré discutir contigo de fútbol o de política, pero no de cerveza. Nadie sale triste después de tomarse una cerveza.
P.En La puerta de al lado hay un humor, moderadamente cruel, a los poetas autoeditados.
R.Bueno… Yo le tengo mucho respeto a la autoedición, pues yo me autoedité mi primer poemario.
P.¿Qué considera usted de la autoedición? Como editor.
R.Considero que aquel que se autoedite tiene que saber lo que está haciendo. En la autoedición el único filtro real que hay es el dinero. Aunque no es lo mismo maquetar tu libro en una imprenta que ir a una editorial que se dedica a la autoedición y que te diga que te da una serie de prebendas que luego no da. Son dos cuestiones distintas. Pero en el libro no intento criticar la autoedición. Critico más bien a aquel –autor o editor- que te dice que va a vender mucho, rápido y fácil, cuando vender un libro es algo muy complicado.
Los celos no son expresión del amor. Cuando amas tienes que amar en libertad"
P.Ya que estamos con el mundo del libro: ¿se publican muchos libros en España?
R.No me parece que se publique mucho ni poco. Lo que creo es que no se dan las herramientas adecuadas para que la gente sepa qué libro tiene que leer; que la gente forme su propio criterio y que fiscalice los libros.
P.¿Y quién tiene que hacer esa labor, la crítica?
R.La crítica. Aunque la crítica –a gran escala- normalmente siempre tiene un interés económico detrás.
P.En la novela detalla usted a qué hora, y dónde, hay que tomarse algo en Sevilla para tener sombra y estar a gusto.
R.Es que Sevilla depende mucho de eso. Primero, porque sabemos que aquí tenemos un verano que es casi medio año. Realmente al sol puedes estar de noviembre hasta enero. Segundo, en Sevilla hay árboles que te dan una sombra que no hay que propiciar. Aquí hay un vicio del naranjo. Todo no puede ser el naranjo. En la avenida de Miraflores, por ejemplo, hay unos árboles, que son frondosos, y que en verano te dan la sombra adecuada; pasa lo mismo en Amor de Dios.
P.Son ahora mismo las 12:30. Dónde tendríamos que estar para que nos diera sombra. Recomiéndeme.
R.En Casa Cobo se podría estar bien. O en el Kiki.
P.¿Y por la tarde?
R.Recomiendo avenidas, donde corre aire. Cervecería Macarena.
P.Para terminar: los celos. No vamos a destripar nada. Solo diremos que es un cierre de la novela. Me pregunto si son una expresión del amor o de nuestros miedos, de nuestras inseguridades.
R.Los celos no son expresión del amor. Cuando amas tienes que amar en libertad. Cuando amas en plenitud tienes que confiar plenamente en la otra persona.
Temas relacionados
No hay comentarios