Más superhéroes y más Marvel. Mientras la taquilla aguante… Hasta ahora la explotación intensiva, con la misma fuerza que los cambios sociales o de gusto, acabó por matar géneros o subgéneros por saturación del público. Parece que este momento no ha llegado tras casi cuatro décadas de explotación de los superhéroes de los tebeos, según situemos su origen en el Supermán de Donner en 1978 -primer taquillazo de una superproducción basada en un tebeo-, el Batman de Burton en 1989 o, metidos en las posibilidades que abría la era digital, el Blade de Norrington en 1998 que inició las franquicias Marvel y, en el siglo XXI, los X-Men de Singer o el Spider Man de Raimi en 2000 y 2002. Lo mismo da. El caso es que la taquilla responde alimentando la oferta.

Esta prolongación de Capitana Marvel presenta un trío de heroínas interpretado por Brie Larson, Teyonah Parris e Iman Vellani -la Capitana Marvel, una fan y su sobrina- enfrentándose, con la ayuda de Samuel L. Jackson, a la villana demasiado dada a jugar con el tiempo y el espacio que interpreta (es un decir) Zawe Ashton.

La dirige Nia Da Costa, que empezó con buen pie con Little Woods, hizo una apuesta original con Candyman y ahora es devorada por Marvel. La productora dijo en su día que Da Costa aportaría un nuevo punto de vista y nuevas energías. Más bien parece que se las ha quitado a ella si esta película se compara con las dos anteriores suyas. Quizás por partir de un guión caótico, eso sí, pródigo en empoderamiento y multiculturalidad en el que se extrema el "uno para todos, todos para uno" de Dumas en algo así como todas somos todas. 

De todas formas, hay que agradecer a la película que no renuncie ni al humor ni a las más fantasiosas extravagancias, que voluntariamente o no ofrezca una imagen y unos efectos especiales con un aire entre artesanal y kitsch y que, frente a la moda actual, se limite a la antigua duración convencional de los 100 minutos.