Naturaleza y antropología: dos maneras de mirar a Doñana

Salir al cine

Coinciden en los cines ‘Doñana’ y ‘La Marisma’, dos documentales que, sin salir de un mismo territorio, ofrecen dos perspectivas distintas y complementarias sobre el mismo

Una imagen del documental de Manu Trillo 'La Marisma'.
Una imagen del documental de Manu Trillo 'La Marisma'.

El azar ha querido que en apenas una semana lleguen a la cartelera dos documentales sobre el Parque Natural de Doñana y su entorno. El pasado viernes lo hacía La Marisma, una producción de La Claqueta dirigida por Manu Trillo, y mañana viernes lo hará Doñana (Donde el agua es sagrada), de Carmen Rodríguez, una nueva entrega de la serie que la productora y distribuidora Wanda ha venido dedicando a espacios naturales emblemáticos de la geografía ibérica como Cantábrico, Guadalquivir o Dehesa.

En este segundo caso, nos encontramos ante un documental de formato clásico y ortodoxo a lo National Geographic, narrado por la voz de Odile Rodríguez de la Fuente, hija del famoso director de El hombre y la Tierra, y desplegado en un relato de voluntad pedagógica a través del ciclo estacional, la diversidad y la singularidad de las especies y la importancia capital del agua en aquel espacio, un filme generoso en cámaras lentas y superlentas, músicas descriptivas, imágenes a vista de drone o incursiones micro en la fauna y flora de este singular, delicado y diverso ecosistema, de las dunas a las lagunas, de las aves migratorias a los linces o las larvas subacuáticas.

Estamos, por tanto, ante un trabajo didáctico destinado al gran público, realizado con amplios medios de producción y cimentado sobre la paciencia, la observación y, sí, también, la reconstrucción en corto que permite disfrutar del paisaje y sus pobladores en unas claves espectaculares y siempre embellecidas.

Una imagen del documental 'Doñana (Donde el agua es sagrada), de Carmen Rodríguez.
Una imagen del documental 'Doñana (Donde el agua es sagrada), de Carmen Rodríguez.

En el caso de La Marisma, que aún puede verse en alguna sala de la periferia (Al-Andalus, Bormujos), nos encontramos con un filme eminentemente etnográfico y personal cuya ausencia de voz narradora o donde la recuperación de algunas filmaciones de archivo de los 60 y 70 nos acercan a un tratamiento mucho más libre, heterodoxo e impresionista del entorno y, ahora sí, de sus gentes, su habla, sus costumbres, trabajos y tradiciones.

También biólogo, agricultor y buen conocedor del terreno, Trillo saca a relucir su entrenada mirada de fotógrafo no sólo en la elección del blanco y negro como textura para su imagen o en su innegable buen ojo para el encuadre y la búsqueda de atmósferas, sino también en un acercamiento que busca moverse siempre entre el exterior y el interior de lo que se filma, en un material acumulado a lo largo de cinco años de rodaje.

Acompasada por la guitarra flamenca de Dani de Morón, La Marisma deja escuchar a los lugareños, campesinos, ganaderos, mujeres o pescadores para trenzar con ellos pequeños relatos de vida que horadan y dan carga de profundidad histórica, cultural, antropológica e incluso política a un paisaje, unas labores, unas tradiciones (de la romería del Rocío a la Saca de las Yeguas, que también aparecen en Doñana) y unas circunstancias climáticas que determinan el frágil equilibrio y los ciclos del mayor humedal del Sur de Europa siempre amenazado por la sequía.

“La Marisma te lo da, La Marisma te lo quita” es el dicho local que resuena en este retrato que espiguea momentos, horizontes, luces, acciones y gestos, que se sube a lomos de un caballo para terminar cayendo al fango con la cámara, o que se detiene impasible frente a una frágil barcaza a cuyas espaldas pasa uno de esos grandes cargueros que atraviesan el horizonte y remueven dramáticamente los fondos fluviales.

Estamos pues ante dos títulos tan distintos como complementarios, ante dos maneras de acercarse a un mismo lugar de resonancias míticas y sustrato legendario como antes lo hicieron Gonzalo García Pelayo en Rocío y José (1983), Fernando Ruiz Vergara en la censurada Rocío (1980), Alberto Rodríguez en La isla mínima (2014) o, más recientemente, Manuel Muñoz Rivas en las evocadoras El mar nos mira de lejos (2017) o Aqueronte (2023).

Agenda de cine en Sevilla: Cicus, Filmoteca-Cervantes y la Fiesta del Cine

Como cada año, la Fiesta del Cine que convocan las federaciones de exhibidores y distribuidores y el ICAA busca estimular la asistencia a las salas con cuatro jornadas de precios populares (3,50 euros la entrada, este año sin necesidad de inscripción previa) que en esta ocasión se celebrarán del 2 al 5 de junio.

Se nos antoja una oportunidad estupenda para ver algunas de las extraordinarias películas españolas que están estos días en cartelera: La buena letra, de Celia Rico, Los Tortuga, de Belén Funes, Una Quinta portuguesa, de Avelina Prat, Lo que queda de ti, de Gala Gracia, o El cielo de los animales, de Santi Amodeo.

Fiesta del cine 2025
Fiesta del cine 2025

La programación alternativa sigue su curso en la ciudad y en el ciclo de óperas primas de Filmoteca-Cervantes se puede ver este próximo lunes 2 de junio el emblemático primer largometraje de Pedro Almodóvar Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), que supuso todo un soplo de aire fresco e irreverencia en plena Transición. También en el Cervantes, el ciclo ‘Clásicos de Oro’ recupera mañana viernes 30 la comedia musical australiana Priscilla, reina del desierto (1994, Stephen Elliot), convertida desde su estreno en título de culto para la comunidad LGTB+.

En Cicus, pasado el ciclo de acompañamiento al FCAT, los lunes de cine traen este próximo día 2 (19h.) la cinta brasileña Levante (2023, Lilla Halla), ganadora en la pasada edición del Festival Andalesgai, y que será presentada por Andrés Vega.

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