‘Las olas perdidas’ de Cooking Sections en el Centro Botín de Santander
El colectivo Cooking Sections expone por primera vez en España, rememorando 11 olas perdidas a través de un proyecto donde instalación y performance se unen de forma poética.
Los laberintos visuales de Maria Helena Vieira da Silva
La ficha
‘Las olas perdidas’. Cooking Sections. Centro Botín (Santander). Hasta el 01/03/2026.
El colectivo Cooking Sections, conformado por Daniel Fernández Pascual (Burgos, España, 1984) y Alon Schwabe (Tel Aviv, Israel, 1984), nace en Londres en 2013. Sus proyectos circundan las relaciones metabólicas entre la naturaleza y el ser humano a través de la alimentación (como su relación más íntima, más visceral) visibilizando las tensiones sociales, industriales, ecológicas o climáticas que estas relaciones generan. Las olas perdidas, que se podrá visitar hasta el 1 de marzo de 2026 en el Centro Botín de Santander, supone el primer proyecto de Cooking Sections en España y ha sido comisariado por Bárbara Rodríguez Muñoz (directora de exposiciones y de la colección del Centro Botín).
Así, Cooking Sections analiza once olas desaparecidas por la intervención del ser humano. Estas son: Cabo Blanco (Piura, Perú), Jardim do Mar (Madeira, Portugal), El Marsa (El Aaiún, Sahara Occidental), La Barre (Anglet, Francia), Agadir (Marruecos), Cape St. Francis (Cabo Oriental, Sudáfrica), Ala Moana (Honolulu, Hawái), Rabo de Peixe (Azores, Portugal), Kirra (Queensland, Australia), Petacalco (Guerrero, México) y Mundaka (Vizcaya, España). En los textos, presentes en la sala expositiva a través de unas lonas escritas a mano por los propios artistas, se analiza el contexto político y social en el que, a través de la intervención humana, se perdió cada ola y sus consecuencias en el entorno natural.
Como un leve suspiro que mediante la elasticidad poética es capaz de ensanchar la garganta para que albergue en ella una profundidad mucho mayor que la del propio suspiro.
Once muelles inmensos atraviesan casi al completo la sala superior del Centro Botín. Al sur, la Bahía de Santander; al norte, tras la ciudad, el Cantábrico. Los muelles penden de la tensión entre dos mares. Desde que se abre la sala hasta que se cierra, diferentes intérpretes activan los muelles, uno tras otro, en una danza que irá mutando hasta la clausura de la exposición. Estos intérpretes articulan el movimiento de los muelles a través de una composición del artista y músico Duval Timothy (Londres, 1989), creada específicamente para este proyecto.
Del mismo modo que una ola se forma por la confluencia de las energías de la orografía marina, el aire y el agua, estas olas resucitan gracias a la energía provocada por la música, que se traduce en movimiento en el cuerpo del intérprete y este, por último, en el propio movimiento de los muelles. Una articulación secuencial y consecuencial en el que un simple acorde, apenas un roce, desencadena el movimiento de cada centímetro de cada uno de estos inmensos muelles; un vaivén que estremece toda la superficie del muelle en el que cada movimiento de expansión implica, tarde o temprano, un movimiento de contracción.
Los artistas, lejos de apelar a recursos efectistas donde se pretenda la espectacularización (presuntuosos fuegos de artificio más que frecuentes en este tipo de proyectos), recurren a lo poético. Como un leve suspiro que, mediante la elasticidad poética, es capaz de ensanchar la garganta para que albergue en ella una profundidad mucho mayor que la del propio suspiro; un suspiro que se espira, no como un lamento, sino como el que precede al inicio de un nuevo camino. Una articulación sutil y sensible entre significado (once muelles) y significante (once lonas) con la que se sugiere, se deja intuir, toda la profundidad discursiva del proyecto y las reflexiones que lo circundan en torno a la intervención del ser humano en la naturaleza y sus relaciones causa-efecto, entre otras.
Desde el Centro Botín se pretende, no sólo promover proyectos de arte contemporáneo, sino que estos proyectos generen una repercusión relacional en el ámbito local. Así, el origen de Las olas perdidas se remonta a septiembre de 2024, cuando promovido por la Fundación Botín, Cooking Sections llevó a cabo un taller junto a GeoOcean (Grupo de Ingeniería Geomática y Oceanográfica de la Universidad de Cantabria) en Santander y el valle del Nansa. En este taller surge la colaboración entre artistas, investigadores y biólogos donde se buscaba la interpretación de la huella de la actividad humana en los ecosistemas locales.
Así, uno de los pilares de Cooking Sections es la concepción del lenguaje artístico como la traducción e interpretación del lenguaje científico (un lenguaje generalmente ajeno a las personas que no se dedican a este campo). El arte como un modo de entender el mundo y entendernos dentro de este, un camino para comprender cómo la actividad humana (sea de la índole que sea) repercute en el entorno (en el sentido más amplio de la palabra).
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