proyectoeLe | Crítica

Rituales performativos de ritmo y fonemas

proyectoeLe en 'Orillas' de José Manuel Gil del Valle.

proyectoeLe en 'Orillas' de José Manuel Gil del Valle. / P.J.V.

Música gestual, o allá donde Dadá confluye con Fluxus en un arte performativo que busca siempre forzar los lenguajes de la música, la literatura, el mimo y la danza para desafiar la capacidad de percepción y de comprensión del espectador. proyectoeLe, un grupo siempre activo en la búsqueda de los límites, propuso este encuentro con el Gestualismo que sus responsables han pretendido enriquecer con encargos que implicaran de algún modo al canto coral, si bien las obras de María Pérez y José Manuel Gil del Valle, aun siendo performativas, parecen tener más que ver con formas teatrales algo convencionales (cargada de comicidad la de Gil del Valle) que con el poderoso ritual de las piezas de Globokar, De Mey y Aperghis (especialmente las dos primeras). En cuanto al estreno de Isaac Diego García, que no es producto de encargo por parte del grupo, es la más estrictamente coral de todas, aunque resulta de una modernidad audaz y de una complejidad que pareció exprimir al límite las posibilidades del conjunto.

Un elemento común a todas las obras fue desde luego el rítmico, y por eso la presencia de Luis Vicente Marín y de Francisco Escalante como percusionistas de sus propios cuerpos, el primero en el crudo y esforzado acto casi masoquista que exige Corporel de Globokar, el segundo en un limpio trabajo sobre el silencio para Silence must be de De Mey, los dos juntos en la jocosidad surreal de la apuesta de Aperghis en Retrouvaille.

El coro se alza en protagonista en las dos obras de encargo, muy textural las Tres imágenes naturales de María Pérez, volcada decididamente hacia lo teatral Orillas de Gil del Valle, aunque la calificación de ópera de cámara que le otorga Carlos Cansino quizás resulte excesiva. En ambas pudo rastrearse de cualquier modo otro elemento habitual del trabajo de proyectoeLe, el juego con la espacialidad, reforzado en este caso por la electrónica y la singularidad de las respectivas puestas en escena.

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