Sevilla "vuelve al lugar donde fue feliz" con el festival I Love Reggaeton
La cita congregó a 25.000 personas al ritmo de los éxitos de los 2000
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Anoche, el tiempo se dobló sobre sí mismo. Los milenials volvieron a tener 15 años, volvieron los politonos más reggaetoneros de las primeras BlackBerries y las tardes de Messenger después del colegio. El festival I Love Reggaeton se convirtió en una máquina del tiempo. Fue un repaso a esa década dorada en la que los primeros acordes de una canción te hacían gritar de la euforia.
Este remember colectivo juntó a muchos de los artistas más escuchados durante los 2000. Henry Méndez transportó al público a esa playa en la que queríamos "rayos de sol tumbados en la arena" y regaló un show mezclando sus éxitos con música techno y hasta canciones de Estopa. Después llegó María Isabel, convertida ya en mujer. Parecía que la artista de Ayamonte iba a dejar a sus fans sin su Antes Muerta que Sencilla, sin embargo reapareció para ofrecer un bis con abanico en mano y un "toque de rimmel".
Tras mucho perreo liderado por Fuego, José de Rico o Big Yamo, llegó el turno del arquitecto del Electrolatino, Juan Magán. El DJ catalán hizo que las 25.000 personas que asistieron al festival, saltaran al ritmo de Bailando por ahí o Mal de Amores. El final de la noche estuvo a cargo del artista canario Danny Romero que consiguió que el público gritara a pleno pulmón Motivate y bajara hasta el suelo con Agáchate.
La Cartuja, el espacio donde se volvió atrás en el tiempo
El espectáculo se realizó en los alrededores del Estadio de La Cartuja. La organización montó tres escenarios, cada uno con una temática diferente: el principal centrado en los mayores éxitos del reggaeton, el Nostalgia Milenial para revivir los temazos de toda una generación y el Fun Festival, en el que se podían escuchar los mixes que más sonaron en los 2000.
El festival logró el sold-out a las pocas horas de comenzar. De esta forma, I Love Reggaeton confirma que su fórmula funciona: la mezcla entre la nostalgia y reggaeton, una producción que piensa en cada detalle y un público que canta cada nota como si fuera la última.
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