‘Fin de siglo’: los años eléctricos

El Espacio Santa Clara repasa en una exposición los fondos de la Colección Olontia entre 1975 y 2000, un tiempo de creación efervescente y un laboratorio para grandes artistas.

Carlos Berlanga. El creador que esquivó el aburrimiento

El 'Peter Pan' de Juan Antonio Aguirre.
El 'Peter Pan' de Juan Antonio Aguirre. / José Luis Montero

Por su experiencia, el coleccionista y pintor Pablo Sycet sabe que la vida avanza con una lógica extraña, y a veces los contratiempos encierran bajo su rostro aciago la promesa de una oportunidad. “Yo quizás no estaría hoy aquí si mi familia no se hubiese arruinado en su momento. En lugar de recoger cartones, siendo jovencito, casi adolescente, empecé a adquirir obras de arte sin mucha conciencia de lo que estaba haciendo. Me daba pánico que la situación familiar se repitiera y no hubiera nada que vender. Fue más tarde cuando me profesionalicé, digamos, cuando empecé a preguntarme qué debía comprar para que aquello tuviese un relato”, analiza este creador que, movido por el corazón y el entusiasmo, fue armando la Colección Olontia. Fin de siglo, la exposición que alberga el Espacio Santa Clara hasta el próximo día 16, comparte con el visitante una selección de estos fondos, un recorrido temporal que abarca desde 1975 hasta el año 2000.

“No he querido ordenarla por orden cronológico, sino por sensaciones, formas, colores, estímulos que activaran la imaginación. Tenía claro dónde quería que fueran algunos cuadros, y pensé en plantear las salas a partir de eso, en cómo esas piezas inspiraban el diálogo con otras”, explica Sycet. Entre esas joyas que “dominan las salas” están un imponente Ángel exterminador de Rafael Agredano, “una obra con mucha historia porque su autor la prestó para un proyecto, nunca se la devolvieron y no supo de su paradero hasta que yo le conté que iba a comprarla y le pedí sus bendiciones”, o La cama doble, “uno de los últimos óleos que Miguel Ángel Campano pintó en plenitud de facultades”. También destaca dentro del conjunto un Peter Pan que alza el vuelo en la colorida paleta de Juan Antonio Aguirre y que habitualmente adorna el dormitorio de Sycet. “Yo me despierto todos los días viendo a este muchacho, excepto ahora que está expuesto”, señala el artista, “y quizás la gente vea esta pintura demasiado grande para convivir con ella. Tiene una explicación: esa estancia fue un estudio de grabación, y Peter Pan tiene el tamaño exacto para tapar el hueco del cristal de lo que se llama la pecera”.

Pablo Sycet.
Pablo Sycet. / José Luis Montero

La música y el arte se entrelazan en Fin de siglo, reflejo de la creatividad vibrante y desprejuiciada que se vivió en esos años, donde raramente alguien se ceñía a una sola disciplina, una versatilidad que encarnaba el aquí presente Carlos Berlanga. Para La luna y el sol, Txomín Salazar tomó como modelos a Santiago Auserón y a Miluca Sanz, artista pero también componente de Las Chinas, una banda formada únicamente por mujeres. Junto a un obelisco de Soledad Sevilla se expone en el Espacio Santa Clara otro de Víctor Aparicio, pintor y músico que en los 80 tocaba en Los Coyotes. Sycet organizó junto a Quico Rivas, otro animal polifacético, la colectiva Su disco favorito, en la que Pepe Espaliú, Antonio Belmonte o Sigfrido Martín Begué diseñaron portadas de álbumes imaginarios rescatadas para la ocasión.

El 'Ángel exterminador' de Agredano convive con la 'Santa Águeda' de Lita Mora.
El 'Ángel exterminador' de Agredano convive con la 'Santa Águeda' de Lita Mora. / José Luis Montero

Fin de siglo. Artes plásticas en la Colección Olontia se revela así como una cita con lo imprevisible. En la última sala, colgado cerca del techo, se exhibe un Taburete Dúplex de Javier Mariscal. “Esa pieza salió al mercado en 1981, yo no sé si ocurría lo mismo en Barcelona, que era más moderna, pero en Madrid esa banqueta con unas patas tan originales parecía algo caído del cielo. Por eso siempre que la muestro la coloco en las alturas”, cuenta Sycet, que entre las obras limítrofes con la escultura incluye un Bolso de La Nardo y la horquilla de Chus Burés que aparecía en el Matador de Almodóvar. Tres artistas, por su parte, revientan las costuras del formato libro: Rogelio López Cuenca introduce unas pastillas en un ejemplar de la Odisea de Homero; José María Sicilia oculta bajo la cera las páginas de un volumen, que titula Sanlúcar de Barrameda, y Alicia Martín rodea de cuchillas otra encuadernación, sugiriendo quizás con su ensamblaje que la lectura puede ser hiriente y peligrosa.

Los obeliscos de Soledad Sevilla y Víctor Aparicio.
Los obeliscos de Soledad Sevilla y Víctor Aparicio. / José Luis Montero

Pese a que son muchos los grandes nombres que asoman por el catálogo –Juan Uslé, Nazario, Alfonso Albacete, Guillermo Pérez Villalta, Ricardo Cadenas o Curro González, entre otros–, Sycet resalta el vínculo de afecto que le une a muchos creadores. “He tenido un trato muy directo con la mayoría, sí. Hay mucho cariño en esta muestra, en lo que he ido reuniendo”, admite este especialista al que le gustaría enseñar a los sevillanos, a través de otra exposición, la parte que la colección Olontia dedica a la fotografía, “donde hay obras muy potentes”.

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