pasión y semen | Crítica de teatro

El teatro que viene

Alejandro Castro en un momento de 'Pasión y semen'

Alejandro Castro en un momento de 'Pasión y semen'

Tiene Pasión y semen el atrevimiento de lo nuevo. Rezuma juventud, valentía, arrojo y desvergüenza a partes iguales en su contenido con la virtud de estar acompañado de una puesta en escena con un ritmo trepidante y sabiduría teatral que hace que sus cincuenta minutos se nos antojen un suspiro. La dirección es de Alejandro Castro, un recién llegado que ha salido de los laboratorios de TNT-Atalaya de donde se ha nutrido de técnica teatral pero que ha sabido buscar su propio camino abordando esta propuesta desde un sello personalísimo que le augura una fructífera futura carrera profesional.

Desde la humildad de una propuesta joven, sin casi presupuesto, Alejandro que también es artista plástico y visual,  ha tejido los trajes y ha elaborado todo el atrezzo, la obra se estrenó en el festival CINTA de Atalaya y se hizo con el premio a la mejor interpretación de 2021. Al año siguiente, en la 6 edición del festival FOC Cultura con Orgullo, obtuvo el Premio Nazario Revelación por “su frescura y la conseguida combinación de tradición y actualidad en un auto de fe moderno”. Fue finalista a mejor espectáculo en Escenarios de Sevilla. Por último, y de momento, cierra su Palmarés con el Premio Lorca Revelación de este año.

La propuesta de Alejandro Castro no ha pasado desapercibida y contemplando su puesta en escena encontramos que todos estos jurados han acertado. Alejandro comparte el mérito con sus compañeras María Gálvez, Alexandra Gómez, Paula Margo y Ana Domínguez (que sustituye a Sandra Roma). Un elenco que interpreta, baila y canta con una excelente profesionalidad y personalidad.

Con tintes brechtianos y lorquianos, Pasión y semen nos habla de un tema nada representado en las artes escénicas, las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y lo hace utilizando las fórmulas de los autos de fe resignificadas y deformadas añadiendo escenas cómicas y satíricas con las que entretiene y conciencia a partes iguales.

No hay una historia, no importa, son cuadros que funcionan con la precisión de un reloj que no permite la relajación del espectador donde se mezclan momentos de la Pasión de Cristo, la humanidad, de fuerte tradición andaluza, con canciones de Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga y con chácharas y escenas picantonas que nos recuerdan al teatro de revista.

Imaginación, conocimiento de lo que se habla, hay algo de autoficción en la dramaturgia y, sobre todo, una mirada nueva teatral que hizo ponerse en pie al público que llenaba el Teatro Viento Sur.

 

 

 

 

 

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