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Comfort Trio | Crítica
Comfort Trio. Comfort Trio: Ian Scionti: guitarra. Juan Miguel Martín: bajo. Pablo Cabra: batería. Autoeditado, 2024
Formado a finales de 2022 con la intención, dicen en su Bandcamp, de “generar y desarrollar, desde la perspectiva personal de sus miembros, un repertorio eminentemente jazz, con el folk y la música popular como puntos de referencia e inspiración”, Comfort Trio supone el más reciente intento de sus componentes por concretar una sonoridad que aúne el cúmulo de influencias que han venido atesorando durante sus respectivas trayectorias. Y es que tanto Ian Scionti como Juan Miguel Martín o Pablo Cabra cuentan en sus respectivos bagajes con una destacada y plural relación de estaciones en la que su evolución creativa ha ido recalando: Van Moustache, Pedacinho do Céu, Janelas à Saudade o Western Connection (también con Cabra), entre otros, en el caso del guitarrista de Oregón, también profesor de flamenco en el Conservatorio Profesional de Música de Sevilla; Malheur, Natalia Ruciero, Krooked Tree o Cuarteto Fuerte en el de Martín y O Sister!, The DixieLab, Maga o Sr. Chinarro si hablamos del batería madrileño.
Grabado en directo en Estudios La Mina (Sevilla) los días 8 y 9 de julio de 2023, producido por Ignacio García y el propio trío y arropado por un exquisito artwork de Jesús Guisado, el disco oferta una concentrada síntesis de los fundamentos que rigen los destinos del grupo asentado en la capital hispalense. Cinco piezas ajenas que aglutinan en sus fuentes un ecléctico racimo de referencias, que van del Broadway de Irving Berlin (How Deep is The Ocean) al modelo trip hop de Portishead (Sour Times) pasando por el rock’n’roll baladista de Ritchie Valens (Donna), el calado emocional del pianista de jazz sudafricano Abdullah Ibrahim (Maraba Blue) o el tradicional irlandés Danny Boy.
Comfort Trio pasa por su destilado filtro tan abierta selección, expandiéndola sobre un juego de tramas y armonías liderado por la guitarra de Scionti y donde Martin y Cabra aportan dimensión y permutas. Aunque el balance es equilibrado y amigable, cada tema desarrolla su propio catálogo de bases y matices, saltando con consistencia, y también con pausa, del influjo surf a la tensión eléctrica o el folk campestre, en un gesto que recuerda inevitablemente el perfil más cercano de pesos pesados como Bill Frisell. No es mal modelo para un arranque que deja con ganas de más y cuya “sonoridad única es fruto de la amistad y el amor al arte”.
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