El Viriato italiano
Memorias | Crítica
Renacimiento recupera las Memorias del condotiero italiano Giuseppe Garibaldi, escritas por Alejandro Dumas, donde el autor francés actualizará, después de Napoleón, la figura del caudillo romántico

La ficha
Memorias. Giuseppe Garibaldi. Renacimiento. Sevilla, 2024. Introducción Manuel Moreno Alonso. Trad. Vicente Corbí. 456 págs. 24,90 €
Alguna publicación española de la época llamó así al gran caudillo italiano, cuya celebridad alcanzó ambos lados del Atlántico. El “Viriato italiano” será, en tal sentido, el continuador de la celebridad impar del Gran Corso, cuya figura había sido glosada ya en numerosas ocasiones, y cuyo carácter legendario debió no poco a la capacidad emulsiva y fascinante de las artes. Piénsese, por ejemplo, en el Napoleón de David o en las dos biografías, permeadas por el entusiasmo, que le dedicó Marie Henri Beyle, el llamado Stendhal. Piénsese, de igual modo, en el volumen que le dedicaría Alejandro Dumas al meteoro infausto que murió en Santa Elena. Es Dumas también, por otra parte, el artífice de este volumen que el lector afortunado tiene ahora a su disposición.
Tan interesante, a efectos históricos, es la fatigada marcha del condotiero por dos continentes, como su promoción literaria
Como recuerda el profesor Moreno Alonso en su abundante y precisa Introducción, es la pluma romántica de Dumas quien ahorma los recuerdos y siluetea el heroísmo de Giuseppe Garibaldi. Las breves páginas finales, que se deben a la propia mano del condotiero, permiten al lector establecer una precisa distinción entre el talento del escritor y las notas del aventurero. Dumas no será ajeno, en cualquier caso, a este apetito de aventura; así se revela cuando dirige su embarcación tras los pasos en Italia del caudillo de la camisa roja. No en vano, Garibaldi lo nombraría, en septiembre de 1860, director del museo y las excavaciones de Pompeya y Herculano (en La San Felice, Dumas novelaría la república Partenopea declarada por Bonaparte en Nápoles). Tan interesante, pues, a efectos históricos, es la fatigada marcha del condotiero por dos continentes, como la promoción literaria y la acuñación lírica de una figura, la figura del libertador y el unificador de Italia, cuya repercusión periodística es también una historia de la comunicación -y de la imaginación- en el XIX occidental. Sin esta épica del caudillaje perfeccionada por Dumas, no se entenderían, en su verdadero alcance, las Veinte mil leguas de viaje submarino de Verne (recuerden que Nemo y su tripulación eran revolucionarios errantes, como Garibaldi), que serían publicadas en 1870, el año en que Dumas muere.
A toda esta conjunción de hechos debe referirse Moreno Alonso cuando escribe, al comenzar su estudio: “A la altura de 1870, Giuseppe Garibaldi era, probablemente, el hombre más popular del mundo”.
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