Crónica Personal

Difícil acercamiento entre Gobierno y PP

Perfiles. Feijóo plantea pactos de Estado, pero Sánchez es más político de confrontación que de consenso y el gallego ya percibe que la oposición no será un camino de rosas

Alberto Núñez Feijóo saluda a simpatizantes en Oviedo.

Alberto Núñez Feijóo saluda a simpatizantes en Oviedo. / J. L. Cereijido / Efe

Alberto Núñez Feijóo anunciaba el 3 de marzo que se presentaba candidato a la presidencia del PP. Su discurso dio varios titulares, el más destacado fue su disposición a llegar a pactos de Estado con el Gobierno. "Si Sánchez es capaz de pactar, el PP estará sentado y será el último en levantarse para intentar pactar", dijo. Después de advertir que como nuevo presidente del PP se disponía a hacer una política "madura, seria y con sentido de Estado".

Han pasado sólo dos semanas desde esa fecha. Feijóo será elegido presidente del PP el 2 de abril, en el partido el entusiasmo es contagioso y sólo una minoría irrelevante critica la forma en que ha sido apartado del poder Pablo Casado. Una minoría que cree que ha sido víctima de una operación diseñada hace un año por el propio Feijóo. Algo que desmiente la hemeroteca, con el apoyo del gallego a Casado cuando surgían voces excesivamente críticas con la dirección nacional, y lo desmienten los proyectos de futuro que había abordado Feijóo como líder de la Xunta. El desencadenante de que éste dejara de prestar su apoyo a Casado fue la decepción creciente ante decisiones que veía equivocadas y la gota que produjo la crisis fue la noticia de que Génova había contratado detectives para tratar de demostrar que Ayuso había dado trato de favor a su hermano.

El todavía presidente de la Xunta realiza una gira por todas las regiones para presentarse ante sus militantes. Cuidadoso en las formas, no ha mantenido contacto con Sánchez puesto que aún no ha sido elegido líder del PP, pero empieza a comprobar que ser jefe de la oposición no es un camino de rosas. El pacto de Mañueco con Vox es la bandera que esgrimen con más virulencia sus rivales, al punto de que unas declaraciones sobre el riesgo de pactar con populismos, que iban dirigidas a Sánchez, se presentaron como toque de atención a Mañueco; y el jueves se le hicieron críticas ácidas por unas declaraciones en las que consideraba que la violencia vicaria no era violencia de género. En favor de los críticos hay que reconocer que Feijóo no estuvo muy fino al tratar de explicarlo.

El mencionado cuidado en las formas es lo que ha impedido que hasta ahora haya iniciado una relación formal con Pedro Sánchez para tratar de definir cuáles son los pactos de Estado sobre los que se podrían negociar. Entre Sánchez y Feijóo no ha habido más contactos, desde su anuncio, que el mantenido en la reunión de presidentes de La Palma, con una agenda muy específica, pero no se ha producido ningún encuentro para hablar del futuro. Sin embargo, tanto en el círculo de Feijóo como en el de Sánchez, afirman que habrá un encuentro entre los dos en cuanto Feijóo sea elegido presidente del PP, y que son muchos los asuntos de Estado sobre los que conversar.

La culpa no es de la guerra

El PP apoya hasta ahora las decisiones del Gobierno respecto a la ayuda que presta a Ucrania en materia de Defensa, pero hay otro asunto de la máxima actualidad que está en agenda, y en el que ya han surgido discrepancias: las medidas económicas que se deben tomar para paliar el alza abusivo de los precios energéticos, que han provocado una situación de auténtica alarma. Millones de familias no pueden pagar el incremento de sus recibos, un sector de los transportistas se ha declarado en huelga y provocado un inicio preocupante de desabastecimiento y los sectores agrario, pesquero y turismo, los más afectados, se ven abocados a la ruina. El Gobierno culpa de este problema de alza desaforada de precios a la guerra, pero el PP, con Feijóo a la cabeza, lo niega y pone sobre la mesa los datos: hace meses que se han desbocado los precios de los carburantes y meses que el PP exige medidas de control de esos precios.

El jueves hubo la primera negociación formal entre el Gobierno y lo que se considera ya "el nuevo PP" aunque todavía no se ha elegido la Ejecutiva que hará equipo con Feijóo. La mesa negociadora se reunió en el Congreso y no fue precisamente efectiva.

La escenografía auguraba más contenido, pero el resultado fue decepcionante. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, acompañado de las tres vicepresidentas, Calviño, Díaz y Ribera; enfrente, la portavoz del PP, Cuca Gamarra, con cuatro miembros de la dirección del grupo.

Lo que sorprendió a la delegación del PP fue no sólo que no se les presentara ninguna propuesta, sino que tampoco los miembros del Gobierno les entregaran ningún documento que demostrara que se habían tomado la molestia de preparar, con datos, la reunión. Calviño hizo una exposición muy genérica, en la que insistió en la necesidad de tomar medidas de contención de gastos, que luego completó Ribera, pero sin detallar nada. Como decía uno de los asistentes: "Mucho decir lo que hay que hacer, pero sin entrar en el cómo hacerlo".

Se levantaron de la mesa sin perder el tono de cordialidad, pero sin fijar fecha para otro encuentro. El PP sigue empeñado en reducir los impuestos de los carburantes y no subir las cotizaciones de los sectores más afectados, pero el Gobierno todavía se resiste.

El manejo de los tiempos

Los miembros del Gobierno anunciaron que el día 29 se aprobarán medidas, lo que ha incomodado al PP porque significa que no se habrán negociado previamente, como se suponía que se iba a hacer en esa reunión. Días antes habrá en Bruselas el Consejo Europeo y todo indica que lo que busca Sánchez es acoplar sus medidas a las que aprueben los países europeos. Su problema es que el decreto tendrá que ser aprobado posteriormente por el Congreso y seguro que el Ejecutivo se verá obligado a pactar con el PP, porque se trata de un decreto que incide directamente en el bienestar de los ciudadanos y que ha provocado ya serias tensiones en la coalición;no es seguro, por tanto, que todos los que ahora apoyan a Sánchez estén dispuestos a apoyar medidas que no reduzcan sensiblemente el coste de la luz que tendrán que pagar todas las familias.

Feijóo no ha intervenido en esas negociaciones, pero está en contacto con Gamarra. Un colaborador explica cuando se le pregunta por su disposición a negociar con Sánchez que el gallego "respeta los tiempos, no toma decisiones hasta que llega el momento oportuno y mientras no sea presidente del partido, no va a asumir ninguna negociación. Pero está decidido a llegar a acuerdos de Estado y se pondrá al frente de las negociaciones. Más aún cuando atravesamos un momento tan difícil, en el que la guerra de Ucrania se suma a todo lo que ocurre en el sector de la energía y agrava la situación".

Ese hombre que conoce bien a Feijóo dice más: "Tiene un proyecto de país y tratará de que se pueda alcanzar. Sánchez se siente cómodo en la confrontación, pero Feijóo no, es más de consenso. Respeta a todos sin tener en cuenta su ideología, y ese respeto lo va a demostrar aún más cuando se trata de negociar cuestiones tan esenciales como las que hay que tomar ahora. Ahora. No se dispone de mucho tiempo para dar vueltas a decisiones que no admiten demora".

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