Análisis

francisco andrés gallardo

La Radio

La ausencia de TV matinal hasta los 80 explican nuestro vínculo con las ondas

Charlando en esta semana con compañeros foráneos vino a surgir en la conversación la fortaleza de la radio en España respecto a la mayoría de los países. Aunque en estos tiempos portátiles de auriculares el podcast (en fin, la radio refrigerada o a la carta) parece ir cultviando una parcela firme; la radio de siempre, la actualidad y la compañía instantáneas, sigue ocupando un lugar de presencia e influencia indudables en la opinión pública.

Ante a la inmediatez de otros medios, desde las redes a una televisión más ágil vía videollamadas, la radio parece encontrarse siempre más empinada para otear la actualidad. Años de experiencia. Sus espacios en directo siguen muy en forma, en conexión con un público intergeneracional. Los maratones futboleros de los fines de semana son un buen ejemplo y los matinales ensamblan el prime time de los oídos.

La ausencia de la televisión matinal hasta mediados de los 80 (se han cumplido sólo 35 años) y de la programación de trasnochar, el late night, hasta finales de esa década, explican en parte ese hábito arraigado de la radio en nuestro amanecer y la medianoche deportiva que instauró José María García a principios de los 70 con Hora 25. Tenemos en esas franjas un consumo muy superior al de los países de nuestro entorno. Mojar las magdalenas con Angels Barceló, Alsina, Carlos Herrera o Losantos sólo se da en nuestro país, con el concepto de radio de compañía y opinión. Unas peculiaridades españolas que dibujan nuestra historia reciente de la relación entre los medios y la sociedad y que se han visto reconocidas en el doctorado, en esta semana, de Gabilondo y Herrera .

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