Qué cálido y largo verano

Constatado que ya no hay vuelta atrás, que ya vivimos de lleno en los días señalaítos de la otra orilla y que estamos en un horno desventrado en el que para ir de Plaza Nueva a la Campana hay que rodear media ciudad, la cruda realidad de que la canícula ya habita entre nosotros. Cruda y calurosa realidad en esta Sevilla que va a estar preciosa cuando la terminen, si es que la terminan algún día. Claro que hay cosas peores y que en este país donde cualquier incidencia por leve que sea se convierte en tragedia inevitable resulta rayano en la frivolidad quejarse por cuestiones tan nimias. Porque hay que ver entre indeseables vándalos y puñeteros amantes de la barbacoa lo que son capaces de hacer por un quítame allá ese chorizo, criollo a ser posible. Demasiadas tragedias incendiarias perfectamente evitables y que convierten el paisaje en un mustio collado cada vez más extenso. Entre la normalidad de las obras necesarias y los incendios más o menos intencionados, el verano se hace más largo y cálido.