Qué bien ser coetáneo de Morante

Nunca jamás podremos agradecer la dicha de haber podido ver a Ordóñez, a Romero, a Ojeda y a José Tomás para encontrarnos con el regalo de ser coetáneo de José Antonio Morante, ese que lleva el nombre de La Puebla del Río por todos los confines de este mundo tan globalizado y convulso. Somos unos privilegiados por la fortuna de que, habiendo vivido tanto, hayamos visto torear a tantos dioses del toreo para que en los umbrales del final podamos levitar con lo excelso del torero que quizá, o sin quizá, sea el más rotundo de cuantos hemos tenido la suerte de ver. Dicen que es el más artista de los valientes y el más valiente de los artistas, lo que conlleva una suerte con la que nos iremos a donde quiera que vayamos. Lo de tantas tardes de triunfo es impagable, pero la multitudinaria manifestación de fervor que explotó en Madrid este Domingo de Pentecostés es un premio que nos ha dado la vida y que nunca sabremos cómo agradecer.