LA VENTANA
Luis Carlos Peris
Una noche de ilusiones
Alarman los detalles que se están desvelando tras la tragedia del suicidio de una niña de catorce años. Mueven a la estupefacción las informaciones que hablan de cómo se desentienden de los casos de acoso quienes debieran sofocar esos delitos. Lo de que sólo son cosas de niños no sabe uno cómo tomárselo, pues no faltan ganas de optar por las acciones directas. Otra cosa que pone los pelos de punta es achacar el problema a que lo traen de casa. Y claro que lo traen de casa, pero me imagino que se referirán a esos delincuentes que acosan hasta provocar cuadros psíquicos alarmantes. Por supuesto que la causa principal es el de qué formación reciben esos/as precoces delincuentes en sus casas. Ahí, en esa llaga, es donde hay que poner el dedo e indagar por qué llegan esas criaturitas al colegio sin desbravar, en estado salvaje. Y, desde luego, el prestigio del colegio de marras queda por los suelos, como para llevar a un hijo a sus aulas. Que el peso de la ley obre para que no vuelva a ocurrir un drama como éste.
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