Análisis

francisco andrés gallardo

El héroe de la prehistoria de la televisión

Protagonizó 'Ivanhoe' y 'El Santo', series de enormes popularidad y éxito en su momento

Había sido modelo y sonrisa profidén de moda cuando la incipiente cadena privada británica ITV lo convirtió en estrella de su programación. A caballo, al grito inicial de su banda sonora, cabalgaba el héroe medieval Ivanhoe, inspiración novelera que asombró a los primeros espectadores de TVE allá por 1959. Por aquel entonces Roger Moore había emigrado a Hollywood, dejando el armado guerrero al cabo de dos temporadas. Su regreso a la ITV en 1962 sería en un rol habitual, de héroe justiciero, pero en tiempos actuales, con el Simon Templar de las novelas de Leslie Charteris, El Santo. Aquel nimbo que entornaba su rubicunda sonrisa causaba sensación internacional. En el caso de las espectadoras de TVE fue en las noches de los sábados a mediados de los 60, junto a otros iconos de la parrilla de entonces, Los intocables o El fugitivo. Series que se ofrecían en doblaje neutro hispanoamericano.

Mientras Ivanhoe se repuso en las tardes del UHF y en alguna sobremesa vacacional de La 1, los ajustes de cuentas de Templar se quedaron en la memoria y el recuerdo mejoró con la endeble revisión de 1978 con Ian Ogilvy.

Ivanhoe (Intro)

Antes de ese Santo que dio la vuelta al mundo el fallecido actor inglés había entrado en Hollywood como uno de los dos tahúres de Maverick, junto a James Garner. Sin abandonar las aventuras, Moore también se enfundó en pieles para las gélidas peripecias de The Alaskans antes de regresar a su tierra.

El Santo

El Santo, el primer personaje televisivo jaleado en las coplas de Carnaval, se extendió durante seis temporadas y 118 episodios, hasta 1969, en pugna con Los Vengadores, también en la ITV y ambas en la parrilla estelar de TVE. Desde ahí estaba cantado el fichaje para la saga Bond. Antes de fijarse en su personaje definitivo en el cine, con la voz de Constantino Romero, acompañó a una estrella venida a menos, Tony Curtis, para los efímeros Los persuasores, dos investigadores playboys, el rizo de la pose setentera, que no tuvo fortuna pero que sí prendió en un impresionable público español.

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