Un jirón en el almario

Cada coetáneo que se va abre un jirón en lo más profundo del almario. Es como si te arrancaran un trozo de vida y la inevitable cuenta atrás sufriera un acelerón acongojante. El último me ha llenado de tristeza los adentros porque se trataba de uno de esos amigos que se hacen imprescindibles por su bondad. Ayer, leyendo el antológico obituario que Paco Correal le dedicaba se me vino un rosario de vivencias compartidas que tienen su origen en aquellas tardes de avistamiento de hembras en Coliseo o Vía Veneto, en Festival o en La Reja. Felices sesenta, mili en Tablada, Josele remando en el Náutico y salto a la fama. Deliciosamente tartamudo se abrió camino, y de qué manera, fundando con María Isabel el rito de la anual canción del verano. De la música al humor, Josele se abrió camino por el mundo hasta volver a sus cuarteles de invierno, léase esa Sevilla que lo tenía como miembro indiscutible de su paisaje. Era de mi quinta, qué dolor.