La batalla
Recuerdos de añejas pretemporadas
Cincuenta años después, el Sevilla vuelve a instalar esa especie de laboratorio que es la pretemporada en su ciudad deportiva. A la fuerza ahorcan y se hace de tripas corazón para poner a punto la maquinaria bajo los calores del verano nuestro. Se vuelve a los tiempos en que Óscar Tosato hacía sudar al personal en los potreros de la carretera de Utrera. En esa ciudad deportiva que el recordado Eugenio Montes definía como el lugar que compró José Ramón Cisneros, pero que pagó él. Bueno, la verdad es que ni la compró José Ramón ni la pagó Eugenio, pues todo corrió a cuenta de la tesorería sevillista, entonces situada en el antiguo despacho de Adolfo Cuéllar en Harinas.
Pues ahí, en esa magnífica ciudad deportiva, es donde Almeyda ha de poner a punto su tropa. Y la memoria nos trae, por ejemplo, una pretemporada en Ronda bajo las órdenes de Carriega el verano de la llegada de Daniel Bertoni, el extranjero más brillante que vistió de blanco hasta la llegada de Alves, Kanouté, Luis Fabiano y demás artífices de la oleada de triunfos vividos.
También recuerdos de Navacerrada, Tarvisio o Magnano Riviera cuando Cantatore patroneaba la nave. Ya en la lejanía, aquellos calvarios subiendo las gradas del Sánchez Pizjuán ante la exigente vigilancia de Max Merkel. Hogaño, las cosas son como son y los sudores más sacrificados, esos primeros del curso, se vuelven a perder en casa. Idas y vueltas de la propia vida, de la cruda realidad.
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