DIRECTO Jueves Santo en Sevilla, en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Nuevo parón al cambio de modelo productivo

La invasión de Ucrania arrasa las previsiones de crecimiento y augura más inflación La reforma fiscal prevista se atrasará hasta que se estabilice la situación La retirada de empresas españolas de Rusia afectará a la riqueza y el empleo

Un hombre toma fotografías de uno de los edificios destruidos por las bombas en Kiev, la capital de Ucrania.

Un hombre toma fotografías de uno de los edificios destruidos por las bombas en Kiev, la capital de Ucrania. / Miguel Ángel Lopes./ Efe

Inmersa en esta distopía de serie B, España afronta ya un nuevo parón en la construcción de un cambio de modelo productivo. Ese paradigma que nunca llega. 2022 tampoco va a ser al año del despegue. Tras la crisis del ladrillo de 2008, que arrasó profundamente la economía española y volteó a bancos, cajas de ahorros, empresas y millones de familias, se declaró urgente desarrollar un modelo de crecimiento que no dependiera del ladrillo.

Los discursos siempre son fáciles (un futuro basado en el I+D + i, las oportunidades tecnológicas, en la formación etc) pero la transformación es bastante más difícil. Superada la crisis financiero-inmobiliaria, tras un breve paréntesis, la covid volvió a poner bocabajo las buenas intenciones. Y aún conviviendo con las nuevas -y parece que inacabables- cepas del virus, la invasión de Ucrania por Rusia nos coloca una china más gorda aún en el zapato. La conclusión es que el cambio de modelo, el diseño de una economía competitiva, digitalizada, sostenible y avanzada que ha de llevarnos a la cabeza de las economías más desarrolladas de nuestro entorno, vuelve a sufrir un parón que posiblemente no nos podamos permitir.

Tenemos un plan

El 21 de abril de 2021, hace menos de un año, el gobierno aprobó el Plan de recuperación, transformación y resiliencia, un conjunto de medidas articuladas a través de los fondos next generation, que impulsa inversiones y reformas estructurales que permitirán avanzar hacia un futuro desarrollo "más verde, digital y más cohesionado desde el punto de vista social y territorial". Lo de más verde, de momento se enfrenta a una de las mayores crisis que hemos vivido por el precio de los combustibles fósiles. No sólo ampliaremos los gasoductos para permitir que entre en el circuito europeo más volumen gas de Argelia sustituyendo al gas ruso, sino que la preocupación prioritaria que se ha instalado es controlar el precio de los carburantes y de la electricidad.

España y Portugal van a proponer que el precio del megavatio vuelva a toparse en 180 euros, el límite establecido hasta que el reglamento europeo lo elevó hace un año. Esos 180 euros parecen hoy una proeza pero en realidad cuadriplican los precios habituales en España antes de 2021, el año de las subidas desorbitadas. Facua, la asociación de consumidores, por ejemplo, pide que se establezca el máximo en 50 euros.

De la Covid a Ucrania

Ni de la pandemia ni de la invasión de Ucrania cabe culpar al gobierno. Pero de la gestión de ambos acontecimientos, sí. Y es ahí donde la juega el Ejecutivo. Las consecuencias son globales pero cada país tendrá que afrontar su cuota. Solo en la eurozona la invasión rusa va a restar 1,4 puntos (una cuarta parte del previsto) al PIB en el primer año de guerra, además de añadir dos puntos más a la inflación. Esto representa un impacto relevante e inesperado para la maltrecha economía europea justo cuando empezaba a librarse del efecto pandemia.La crisis de las materias primas, aparte de los combustibles, especialmente cereales y aceite de girasol, está provocando ya subidas generalizadas y en algunos casos - como en el sector conservero- amenaza con estrangular la producción. Y añadamos que firmas españolas como Inditex (que obtuvo 240 millones de beneficio en Rusia en 2021, su segundo mercado), Gestamp, Acerinox, Aneccop, Mango o Fluidra ya han decidido poner fin a sus operaciones en Rusia, lo que repercutirá directamente en su cuenta de resultados y por lo tanto en su desarrollo y posiblemente en el empleo. No, no hay buenas noticias.

La reforma fiscal, al cajón

Otra consecuencia de la guerra es el retraso de la reforma fiscal pendiente. Al contrario, Hacienda estudia ya la adopción de medidas fiscales que amortigüen la dislocada subida de precios en algunos sectores y servicios. El informe redactado por el comité de expertos y entregado hace solo unas semanas va directamente al cajón ante la nueva realidad pese a que se trata de acuerdos asumidos por el gobierno ante la Comisión para la aplicación del plan de Recuperación y la recepción de los fondos europeos correspondientes que debe hacerlo posible ¿Alguien cree posible incrementar los impuestos a los carburantes, como prevé el documento, con un tramo verde en estas circunstancias? En miles de gasolineras de España un litro de combustible cuesta ya dos euros.

El problema es que las urgencias siguen taponando lo importante: un modelo que permita recuperar a los jóvenes que se marchan a trabajar a otros países. Casi la mitad de los más cualificados emigran al extranjero ante la falta de oferta adecuada a sus conocimientos y, en la mayoría de los casos, de la retribución y las condiciones laborales óptimas. Huyen de la precariedad. Y con ellos se pierde talento e impulso. No se trata de demonizar el sector de la construcción, que es parte sustancial del PIB, intensivo en empleo y además de difícil sustitución a las bravas. Pero sí de crear las condiciones para generar un crecimiento con valor añadido que no dependa de cuántos sacos de cemento acarreamos.

Desabastecimiento, entre la realidad y la ansiedad

La idea del desabastecimiento catapulta a buena parte de la población hacia el supermercado provocando que, en efecto, se generen problemas puntuales con algunos productos. La crisis de las materias primas, especialmente del maíz y la soja, disparadas de precio, con las que se alimentan las vacas empiezan a crear problemas para la producción de leche. Y sabido es que la distribución del aceite de girasol -se vaticina que su precio subirá por encima del aceite de oliva- ha entrado en barrena. Los problemas derivados de la invasión de Ucrania unidos a la huelga de transportes de mercancías por el precio de los carburantes, una protesta al margen del Comité Nacional de Transporte por Carretera, suma un panorama visualmente más apocalíptico que problemas reales. Hay problemas puntuales pero los supermercados no son un caos, por mucha foto descontextualizada que circule por ahí. España tiene un elevado nivel de autonomía y abastecimiento alimentario. No contribuye en nada a una situación de crisis como la que vivimos añadir nuevos motivos para el temor y el desaliento.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios