La ventana
Luis Carlos Peris
Y, además, en San Gil
Colgado del larguero y pegándole gañafones al crono es como el Sevilla remató su triunfo sobre Osasuna. Y es que un penaltito made in VAR fue lo que evitó el enésimo tropiezo como anfitrión de este Sevilla que moldea Matías Almeyda y que no acaba de comprobarse si es carne o pescado. Un triunfo que, aunque agónico, permite mirar la vida con mejor talante del que prevalecía tras esta serie de contratiempos.
Relatar qué pasó en el partido hace que por el primer tiempo se pase de puntillas, sin que ni Sevilla ni Osasuna lograsen tirar una sola vez a puerta. No hubo fútbol por parte alguna y todo consistía en patadas adelante sin atisbo alguno de combinación a recordar. Tras el descanso cambió la decoración y todo empieza con un paradón de Sergio Herrera a cañonazo a quemarropa de Adams. Luego llegó la jugada de un penalti que el árbitro no vio, pero que sí lo escudriñó Pizarro Gómez, ese colegiado que tanto luce al mando del artilugio.
Fue un penalti que llegó cuando mejor jugaba el Sevilla y que a la postre sería decisivo. Otros paradones de Sergio Herrera precedieron al que Odysseas hizo a un remate a bocajarro de Raúl García de Haro. A partir de ahí, demasiadas tribulaciones en el área local, Almeyda completó el cupo de relevos y todo fue encaminándose hacia un final que se le haría al Sevilla tan largo como corto a los navarros y el gol de Vargas desde los once metros decidiría un partido rico en sobresaltos.
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