Aceras

Hay que limpiarlas con otros métodos más expeditivos y eficaces, nuevas maquinarias

De un tiempo a esta parte muchas ciudades están o parecen más sucias. No es que sirva de consuelo para que Sevilla lo esté, pero sí me ha hecho reflexionar sobre las razones o motivos de esa suciedad. Después de visitar y pasear ciudades del sur y del norte, grandes, medianas y pequeñas y las dos grandes urbes españolas, Madrid y Barcelona, he llegado a algunas ideas que quiero compartir con ustedes. Dejo de lado algunas ciudades centroeuropeas por no ajustarse a nuestro modelo de vida, aunque también habría mucho que hablar. La primera cuestión es que la suciedad la vemos o apreciamos más en los pavimentos sobre los que paseamos, en concreto en las aceras, calles peatonales y zonas peatonalizadas. Es cierto que no hace mucho tiempo eran mayoría las calles en las que predominaba la calzada y las calles peatonales eran unas pocas, casi una curiosidad de la zona céntrica o poco más. Como una tendencia saludable, las ciudades han ganado espacio para el peatón en general, más calles y zonas peatonales, aceras más anchas y nuevo mobiliario, a costa de disminuir las calzadas y ganar en actividad comercial y de ocio que se ve potenciada en esas nuevas calles.

Ahora encontramos muchas más zonas de estancia, juego y descanso en las calles y allí donde se ha podido, y un poco más, se han colocado veladores, que resultan agradables para estar al aire libre y tomar un café o una cerveza. Y todo ello, con la presencia permanente de familias y grupos, locales o visitantes ya sean estos de otro barrio, otra ciudad o país y en número mayor que en el pasado, da como consecuencia un sobre uso que produce deterioro y suciedad, porque allí mismo donde se disfruta, se ensucia. También llevamos años de sequía, con menos baldeo natural, los pavimentos se llenan de polvo y manchas indescriptibles de bebidas derramadas o de líquidos humanos o de animales a nuestro cuidado. De manchas de grasa de desayunos y comidas, de helados restregados como ilusiones rotas o de humildes bolas de chicles masticadas y arrojadas al suelo, por algún descuido o gesto maleducado.

Ya no basta con barrer, recoger papeleras o contenedores y algún que otro baldeo. Esas aceras hay que limpiarlas con otros métodos más expeditivos y eficaces, nuevas maquinarias y por supuesto utilizarlas tan a menudo como ensuciamos, es decir mucho y todos los días, en las pocas horas que quedan vacías. Y todo eso es más caro ¿Todavía no va usted a decir que la culpa es de los veladores y de los turistas? Pues no, porque lo que comento se da en toda la ciudad, en calles y zonas centrales y en zonas donde solamente viven y pasean sevillanos y en muchas ciudades que visito que no son consideradas turísticas. Es algo que se ha generalizado y que ha sido certeramente rentabilizado por los centros comerciales, desde los más tradicionales hasta los más modernos que simulan espacios casi públicos, climatizados y con limpieza permanente y seguridad privada. No me extraña que algunos comercios pequeños pierdan el pulso.

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