CAMINITO de Jerez y su quiebra con solera van muchos municipios sevillanos si no tienen el coraje de administrarse con criterios profesionales. Animados por el mal ejemplo de la Junta, el gran empleador de Andalucía, las administraciones locales y provinciales, amén de las mancomunidades, son fábricas de crear puestos de trabajo no justificados y menos aún sostenibles si se les hace cualquier control de calidad. Qué fácil es gastar el dinero que no se tiene ni se logra generar, y que se las apañe como pueda al que le estallen las deudas en la cara.

En este proceloso contexto, saludemos como una buena nueva la creación de una Escuela de Alta Gestión para la formación especializada del personal directivo público, fruto de un convenio entre Cajasol, Diputación y la Olavide. Tendrá sede en el centro cultural de dicha universidad en Carmona. Lástima que no se creara hace 30 años, cuando se constituyeron los primeros ayuntamientos democráticos. La de mala gestión que nos hubiéramos ahorrado.

Este proyecto académico prevé enseñar sobre administración electrónica, presupuesto, toma de decisiones, destrezas y habilidades directivas. Ofrece un máster de liderazgo. Y promete relaciones e intercambios con centros de referencia como el Instituto Europeo de Administración Pública de Maastricht o el Kennedy School of Government de Harvard. Es magnífico sobre el papel. Pero ¿esto supone que en Sevilla y Andalucía van a cambiar los criterios de selección para la gestión política y la composición de los cuadros directivos de las consejerías autonómicas, áreas provinciales y delegaciones municipales? ¿Los partidos van a abolir el sistema de cuotas por el que llenan de militantes los cargos de confianza?

Aclaren si apuestan por la meritocracia o persisten en la dedocracia. Conviene que lo hagan pronto para que en esta Escuela de Alta Gestión se matriculen los buenos profesionales o los futuros enchufados. Frustraciones las precisas.