DUELO entre dos Balones de Oro para tener plaza en la gran cita del domingo. Messi contra Modric, que es algo así como el pulso entre dos líderes indiscutibles. La Argentina del mejor futbolista que vieron estos ojos que ha de comerse la tierra y la Croacia como ejemplo de cómo la fe, incluso en fútbol, mueve montañas. La albiceleste llega con su condición intacta de favorito y la espera una Croacia que ya es miembro de la aristocracia.

Con cinco campeones del mundo ya en sus respectivos domicilios, la presencia de los balcánicos no dice nada más que ha llegado a esa cota a base de redaños, compromiso y de saber qué le conviene en cada lance. Sin llegar al fanatismo marroquí, Modric y la compaña saben con qué armas cuentan y cómo emplearlas en cada momento. Además pueden presumir y presumen de que no es la primera vez que llegan a este nivel a pesar de su corto tiempo de existencia.

Con Francia, Argentina es de los campeones que permanecen en el campeonato. Como Croacia, también ha necesitado del acierto en la muerte súbita para sobrevivir. Y llegan con la excitación que provoca la necesidad de ganar un Mundial que obsesiona a Messi. Ganar el Mundial es lo que lo catapultaría a ser declarado mejor futbolista de la historia y eso provoca un estado de ansiedad que se extrapola a toda la nación para llevar en volandas al equipo a dicho sueño.

Quizás este partido sea una especie de fútbol canchero en el que casi todo vale. Y es que tras la fiebre aquella del tiquitaca que tan bien rentabilizó España, Qatar 2022 ha revitalizado ese ganar como sea que posiblemente sea la única verdad de este juego. Tanto Argentina desde el principio de los tiempos y Croacia desde la desaparición de Yugoslavia sean dos de los exponentes más preclaros de esa filosofía, pero es que para mañana se anuncia un más de lo mismo.