Tomás García

Azahar tomareño en el palio de El Silencio

El palio de El Silencio lleva desde 1916 sólo azahar, tradicionalmente de Santa Eufemia

01 de abril 2023 - 01:49

El naranjo agrio fue traído a Sevilla por los musulmanes a finales del siglo X, asociándose su flor a la pureza, la fertilidad y el amor eterno. Tras su intensa plantación callejera a comienzos de la pasada centuria, dibuja todas las primaveras una icónica imagen de la ciudad que posee más naranjos del mundo. Su espectacular floración suele coincidir en el tiempo con las procesiones de Semana Santa, cuando estos arbolillos de raíces orientales se convierten en virtuales floreros naturales simulando incensarios de azahar que exhalan sus esencias para solemnizar el discurrir de las cofradías por las calles hispalenses.

El exorno floral de los pasos de nuestra Fiesta Mayor es un arte que presenta sus primeras manifestaciones en las flores metálicas plateadas del palio de María Santísima de la Concepción de El Silencio en 1844, coincidiendo con cierta apertura en la estricta observancia penitencial de las hermandades, las cuales aceptarán brotes naturales poco tiempo después. El cronista decimonónico Félix González de León se refiere así a la primitiva Virgen de la Concepción: "Lleva desde antiguo cuatro macetas plateadas con alelíes blancos naturales". El color de los ornatos floreados posee características simbólicas: el rojo, corazón y sangre; el morado, humildad y resignación; el rosa, dolor contenido en la esperanza; el blanco de azahares, rosas, claveles, azucenas, gladiolos, nardos u orquídeas traslucen gloria y santidad. El palio de El Silencio lleva desde 1916 sólo azahar, el cual procede tradicionalmente de la Hacienda Santa Eufemia de Tomares de la familia Ybarra, perfumando con su densa fragancia la sublime Dolorosa de Sebastián Santos desde mediados del pasado siglo; el pueblo del Aljarafe se volcaba en épocas no muy lejanas para recolectar en espuertas las flores más representativas de nuestra tierra. La simpar Misa del Azahar que se celebra desde antaño el Domingo de Resurrección en San Antonio Abad, donde se reparten ramitos de azahar del palio a los asistentes, constituye uno de los actos más entrañables de la Semana Santa. La dieciochesca Nuestra Señora de Loreto de San Isidoro, remodelada por el mismo imaginero, lo porta en un conjunto de varias especies florales; la Virgen de Gracia y Esperanza, la del Socorro y la Esperanza Macarena lo exhiben en los últimos años.

El azahar contiene la esencia de Sevilla, su historia y su presente, y en sus cremosos pétalos bulle la ardiente y evanescente alma hispalense, compleja y simple a la vez. Un espíritu que se manifiesta en plenitud cuando resuenan las bandas procesionales y su dulce aroma se mezcla con el divino incienso en sus míticos rincones. El candor, la esperanza y el ansia de eternidad se reflejan en sus simbólicos ramilletes blancos en la incipiente primavera que invade nuestros sentidos y nos hace revivir los mejores años de nuestra infancia. La protección de una madre siempre presente se halla en el portentoso azahar, que nos transmite paz y amor.

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