Creo que la estrategia de la defensa de Lopera está en su legítimo derecho de intentar por todos los medios que su cliente sufra el menor daño posible, pero el último planteamiento me parece fuera de lugar. El último planteamiento es el de pretender la expulsión de las tres plataformas de béticos que promovieron la acusación y que sólo quede ahí el Betis por la razón de que, a su juicio, es el único que resultó perjudicado por el acusado.

Sólo el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, como único perjudicado por los cerca de veinte años de gestión loperiana, pero yo preguntaría en voz alta: ¿el Betis quién es? Pienso que el Betis, como cualquier otra entidad, es un intangible y que como tal es un ente formado por él y sus circunstancias. Y entre esas circunstancias figura en primerísimo lugar su clientela, con los accionistas en posición preferente seguidos de su legión de partidarios.

Y en ese apartado están inmersas las tres plataformas que dieron el paso adelante para apartar a Lopera del club. Es más, sin ellas nunca habría sido posible quitarlo de la circulación, pues ese Betis que presentan como único damnificado no iba a personarse como acusación. Si el Betis estaba manejado por el omnímodo Manuel Ruiz de Lopera cómo iba a denunciar al que movía sus hilos, todos los hilos sin dejar uno solo suelto, lo que hubiera sido como denunciarse a sí mismo.

Lo que se libra es ver a cuánto asciende el presunto perjuicio de Lopera al Betis y como el Betis son todos los que se sienten béticos, y como las plataformas están compuestas por accionistas, pues parece un sin sentido que no las consideren perjudicadas. Cuando una sociedad va a la bancarrota parece lógico que el accionariado denuncie al que manejó la barca y que, aparte de no dar cuenta jamás de nada, fue el causante del perjuicio. Y es que el Betis son todos, accionistas y aficionados.