Opinión

Juan Carlos Ollero

El Betis ahora, por fin, un negocio

"Ni los señores Haro y Catalán habrán ingresado un euro en las arcas del Betis", destaca el ex presidente bético.

UN negocio de, por lo menos, 10 millones de euros limpios de don Manuel Ruiz de Lopera, un negocio de 7 millones, limpios también, de don Luis Oliver Albesa y una expectativa de negocio mucho mayor para los que, con esa intención sin duda, desembolsen los 17 millones necesarios para pagarles y controlar el Betis.

¡Que sí! ¡Que sí! Que es necesario acabar con la incertidumbre y los conflictos que atenazan el Betis, pero no me creo que no hubiera otras formas de hacerlo.

El Betis es, como reclamaba don José Rodríguez de la Borbolla en un acto al que tuve ocasión de asistir, una institución social, por mucho que esté sometido a la forma de Sociedad Anónima y tenga que gobernarse teniendo eso en cuenta. El Betis es el lienzo, no el marco; el corazón y las entrañas, no la piel. El Betis fue creado, sostenido, imaginado y vivido por varias generaciones de ciudadanos béticos.

Hasta 1992, en el Betis nadie había puesto un duro. Si alguien lo hizo -y estoy pensando en don Ignacio Sánchez Mejías, don M. Ruiz, don Benito Villamarín o don José Núñez-, nunca reclamó nada. En 1992 sí. Entonces, en plena desbandada de presidente y directivos, una multitud ingente de béticos de toda condición acudieron a aportar lo que cada uno buenamente pudo. La mayoría eran pobres, pero eran muchos y juntos rejuntaron más que ninguna otra afición de España. En 1992 el Betis era un problema, no un negocio, así que ninguna de esas "criaturitas" esperaba recibir nada a cambio. Por lo que ya sabemos, aparte de los que sacaban el carné, ellos son los únicos que han ingresado un euro en las arcas del club en 109 años.

Ni siquiera los señores Haro y Catalán, cuando mucho más tarde compraron sus acciones o cuando paguen los 17 millones, habrán ingresado un euro en las arcas del Betis. Su dinero, o el de vete tú a saber quién, servirá para controlar el Betis pero no para comprar ningún futbolista puesto que lo único que engrosará será el bolsillo de los "vendedores". Cuando dentro de unos años, y en virtud de una decisión que sólo ellos podrán tomar, vendan el paquete de control de la sociedad y se enriquezcan, se dará la paradoja que lo harán sin haber ingresado un euro en la caja del Betis. Paradojas de un acuerdo de compraventa que, digan lo que digan, sólo tiene en cuenta los apetitos de algunos y no el alma del Betis. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Hay una persona por ahí que se ha paseado estos días por todas las radios de Sevilla proclamándose vicario de don Hugo Galera. Lo será. Este hombre, aparte de desdecirse sin sonrojo de todas las posiciones anteriores del grupo que dice representar -algunas defendidas con estilo más propio de chantajistas, como cuando se amenazó a los que nos negamos a no celebrar una Junta General legalmente convocada-, este hombre, digo, ha afirmado que el anterior acuerdo al que se llegó antes de la Junta General de 23-09-15, y que don Manuel Ruiz de Lopera esperó para firmar hasta la seis de la tarde de ese día, era una estafa. Arguye el ínclito, como única razón, que no se había tenido en cuenta a D. Luis Oliver Albesa. Tres despachos de abogados, un abogado que actuaba como hombre bueno y otras partes expertas e interesadas en los procedimientos consultadas no habían caído en la cuenta. ¡Vaya por Dios!

Aquel acuerdo no se firmó porque una de las plataformas -PNB- no estaba en condiciones de decidir, secuestrada por un presidente que luego hemos sabido qué lealtades profesaba y porque la otra -la que él dice representar, BPV- había valorado muy mal la situación judicial, sentencias posteriores y las prisas actuales lo demuestran, o porque simplemente no le interesaba.

El problema era mayor. Aquel acuerdo no era del interés ni de BPV ni de otros emboscados detrás, como anticipaban comportamientos ya identificados entonces y confirmados ahora. Aquel acuerdo era barato y las cantidades necesarias para sufragarlo habrían estado al alcance de todos los béticos a 60 euros la acción y no daba lugar a excusas que permitieran a tres o cuatro hacerse con el control del Betis.

Ésta es la verdad. Hay otras que se están contando como únicas para pasto de incautos, pero ésta es la más grande y no conozco a nadie con experiencia, bien informado sobre el comportamiento de "inversores", que no comparta esto conmigo, aunque no puedan decirlo.

Escribo esto porque, aunque sólo me debo a mis hijos, a mis nietos y mis amigos, no vaya a ser que cuando pasen los años y el Betis gane la Champions, como nos tienen prometido, hasta ellos teman que he sido un tonto o un estafador.

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