Carlos III y Camila son recibidos con tres hurras por la Guardia Real / EP

LORD Mountbatten fue el verdadero padre de quien hoy es Carlos III de Inglaterra, el tutor y cómplice que suplió con cariño la distancia con la que el duque de Edimburgo trataba a su débil primogénito. El grupo terrorista IRA asesinó a Mountbatten en agosto de 1979, pero el partido que fuese su brazo político, el Sinn Fein, fue invitado este fin de semana a asistir a la coronación del nuevo monarca británico. Su vicepresidenta, Michell O’Neill, aceptó, al entender que la ceremonia era de gran interés para muchos norirlandeses, aunque ella se defina como republicana independentista.

Es decir, su programa político es el mismo que el del extinto IRA, desaparecido a consecuencia de las negociaciones políticas entre el Gobierno de Tony Blair y la dirección terrorista.

En España no hubiera ocurrido, y no porque la Casa Real hubiese antepuesto el recuerdo de las víctimas a sus obligaciones como institución. De hecho, el Rey ha llamado a consultas a Bildu después de todas las elecciones generales donde ha tenido representación, pero los representantes independentistas han declinado la llamada bajo el argumento de que no son “súbditos” del monarca. El resto tampoco. En el plazo de unos meses, la princesa Leonor jurará la Constitución en una sesión solemne de las Cortes, y veremos si, para entonces, Bidu sigue sin comprender que, como ha explicado su colega Michell O`Neill, las circunstancias también han cambiado en España.

Todo buen español se caracteriza por cargar con algo de complejo político, en nuestro imaginario España siempre es la peor, la de los gobernantes más dañinos, la de los garrotazos de Goya, y algo de eso he sentido al comprobar cómo los herederos del IRA se engalanaban para asistir a la coronación de un rey que no consideran propio.Pero, ay, qué equivocado es este sesgo común de los compatriotas. Los ingleses no son tan ejemplares. Poco antes de la coronación, Scotland Yard detenía a seis activistas y al líder de Republic, Graham Smith, en una redada que se parece a aquellas preventivas que el franquismo hacía en las ciudades que el Caudillo iba a visitar. El primer ministro británico, Rishi Sunak, aprobó 72 horas antes de la ceremonia una ley de orden público ideada para que nada alterase la procesión real, y allí se lanzó la policía metropolitana a detener a los sospechosos habituales, aunque antes hubiera pactado con ellos cómo sería la protesta.

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