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La tribuna

Pablo A. Fernández Sánchez

Bush no puede viajar

EL día 12 de febrero de 2011, el ex presidente de Estados Unidos George Bush tenía previsto realizar una visita a Ginebra, para asistir, como invitado de honor, a una cena de gala organizada por la asociación judía Keren Hayessod.

La Organización Mundial contra la Tortura, una coalición de organizaciones no gubernamentales, es una activa organización que lucha contra la tortura, las ejecuciones sumarias, las desapariciones forzadas y cualquier otro tratamiento cruel, inhumano o degradante y que cuenta con 297 organizaciones asociadas, distribuidas por todo el mundo. Pues bien, dicha organización ha denunciado a George Bush, señalándole como responsable de la autorización de los métodos llevados a cabo en Guantánamo o Abu Ghraib, como las detenciones y traslados ilegales, tratamientos inhumanos, técnicas de interrogatorio ilegales, etcétera. Estos métodos fueron calificados, en general, por el jurista austriaco Manfred Nowak, Relator Especial de las Naciones Unidas contra la Tortura, como actos de tortura.

La denuncia ha consistido en el envío de una carta, con toda suerte de fundamentos jurídicos, a la presidenta de la Confederación Helvética (Suiza) y al ministro de Asuntos Exteriores, pero con copia al Fiscal General del Cantón de Ginebra y al Fiscal General de Suiza, además de al ministro de Justicia e Interior. En dicha misiva se informa de las obligaciones de Suiza respecto a la represión de esta práctica antijurídica. Los destinatarios no pueden ignorar, pues, estos cargos, que deben, al menos, investigar.

Son hechos notorios, pero, sin embargo, en Derecho, hay que encontrar nexos de causalidad para determinar la responsabilidad penal de una persona. Es verdad que se citan aspectos muy fundamentados de esta relación entre las órdenes dadas y la práctica realizada. Se cita expresamente las propias Memorias escritas por Bush, que tanto dinero le han reportado y que contienen confesiones muy interesantes, respecto al ejercicio de la responsabilidad por delitos graves del Derecho Internacional.

La Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura es, precisamente, una de esas convenciones que recogen expresamente la justicia universal. El derecho interno suizo también recoge la tortura entre los delitos a los que se le reconoce esa jurisdicción universal.

Eric Sottas, el secretario general de la Organización Mundial contra la Tortura, ha explicado que no se trata de la caza de un ex presidente, sino del respeto por el Estado de derecho.

En efecto, ésta es la grandeza del Estado de derecho. Nadie está por encima, ni por debajo, del mismo. Ni la nación más poderosa, ni el político que se considere inmune, ni el que actúe para salvaguardar los pretendidos intereses de un colectivo, aunque sea un Estado, pueden burlar el Derecho. Por eso es tan importante que éste se refleje en el ámbito de las obligaciones de los estados.

Puede que durante un tiempo, un dictador, un jefe de Estado en ejercicio, aunque sea democráticamente elegido por sus connacionales, impida ejercitar acciones contra él, pero la implacable salud de una sociedad democrática debe velar por que no haya impunidad ni impudicia.

Si se ha violentado el Estado de derecho se debe responder por ello. Y no basta sólo con la respuesta de la historia. Por eso, de momento, el señor Bush ha cancelado su viaje a Ginebra, obviamente por el temor de que allí haya un juez Garzón cualquiera que ordene su detención y arresto para responder de las acusaciones que se formulen contra él. Ésta ha sido, hasta ahora, la grandeza del derecho: está impidiendo a Bush a viajar libremente.

Por supuesto, ya ha habido estados, como España, que se han apresurado a desvirtuar el principio de jurisdicción universal, bajo la excusa del daño que produce a las relaciones exteriores. No importa, siempre quedarán políticos honestos o sociedades civiles exigentes, como la que ahora puebla Egipto, que reclamarán el principio de igualdad para la aplicación delEstado de derecho. Es el triunfo, aunque doloroso, del desarrollo de la libertad, la igualdad y la justicia que el ser humano lleva reclamando desde hace tantos siglos.

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