Campo y ciudad

La ciudad es el lugar donde se concentra el mayor número de contradicciones

Las ciudades crecen y los campos se vacían. Parece una maldición bíblica, pero todos conocemos o recordamos las migraciones del campo a las ciudades en la España de la segunda mitad del siglo XX. No era por gusto, ni por desapego a la vida rural, cuyas virtudes aprecian los que no conocen la necesidad, la hambruna y las jornadas de sol a sol, que hacía que hombres y mujeres de cuarenta años parecieran ancianos. Las migraciones eran y son por necesidad. Siempre lo fueron, desde el principio de los tiempos. No olvidemos, hablando de la Biblia, que tiene todo un libro llamado Éxodo, nombre con el que rotuló León Uris al barco que metafóricamente contaba la gran migración judía tras la Segunda Guerra Mundial y el holocausto que perpetraron los nazis. Los que iban en ese barco huían del exterminio y veían en Palestina la tierra prometida, que ya una vez les fue dada según sus creencias. Europa es ahora la tierra prometida para muchos y no pararán en una frontera porque tenga doble o triple alambrada ni un mar con distancias hasta tierra firme más cortas que los trayectos de selvas o desierto. En Turquía, en Polonia, Ceuta o Melilla, en el Mediterráneo o en el Rio Grande. Los sabios nos hablan de la bomba de tiempo que supone la baja natalidad europea. Las tremendas desigualdades de nuestro tiempo, falta de recursos, conflictos armados, pandemias sin vacunas en sus países, etc…ha puesto en marcha un juego imparable de vasos comunicantes que tendremos que afrontar y resolver si somos capaces, porque no sólo se vacían los campos y las aldeas, sino países enteros.

La falta de servicios y de acceso a las tecnologías de nuestro tiempo son nuevas desigualdades en países desarrollados como el nuestro, que siguen empujando de los campos y aldeas a las ciudades. Según el Parlamento Europeo, el 80% de los europeos vivimos en ciudades, aunque las zonas rurales suponen el 44% del área habitada de la Unión Europea. Esto hace que servicios de primera necesidad, como los ambulatorios, las escuelas, las farmacias o las oficinas bancarias, desciendan en zonas más despobladas y que sus habitantes se vean aislados y en ocasiones olvidados. A pesar de todo ello el campo sigue siendo atractivo para unos días, como lo muestran las numerosas reservas en casas rurales de las sierras y campiñas españolas por parte de los habitantes de las grandes urbes en el próximo puente de la Constitución y la Inmaculada. Pero el domingo, de vuelta a la ciudad, uno de los mejores inventos de la humanidad. La ciudad era y es el lugar donde se concentra el mayor número de contradicciones y también las mayores acumulaciones culturales y económicas y, por tanto, de servicios y oportunidades. La opción de poder acceder a lo más exclusivo y disfrutar de lo más cotidiano, sólo la ofrece una gran ciudad. Hace años supimos que los centros de las grandes ciudades, una vez que los abandonó la burguesía, serían centros turísticos o áreas deprimidas y guetos de pobreza y emigración. Estaba escrito.

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