NO hubo entradillas para dar paso a la publicidad en la nueva etapa de Días de cine. Mal hubiera hecho Cayetana Guillén Cuervo en emular a su antecesor, Antonio Gasset. Se limitó, atinadamente, a agradecerle los servicios prestados durante estos 14 años, que se dice pronto, y a manifestarle lo mucho que aprendió de él.

La entrega número 696 de Días de cine mantuvo una línea continuista en lo que se refiere a los reportajes, y los cambios sólo afectaron a las presentaciones, que salieron a la calle, a la madrileña plaza de los Cubos. La de esos santuarios que son los cines Princesa, Golem y la librería Ocho y Medio. Los de la cinefilia en estado puro. Nos recordó esta faceta de Cayetana a lo que hizo en su día Muñoz de Mesa para presentar el Magacine de Canal +, desde la Gran Vía, desde la cartelera de Capitol. Icono reconocible de la información cinematográfica de TVE, a Guillén Cuervo sólo le queda presentar Cartelera para controlar todo lo que concierne a este mundo. No olvidemos que en el último Festival de San Sebastián se lució con su blog.

Echamos de menos en el nuevo Días de cine un lavado de cara en la rotulación, el diseño, la sintonía. De cuando en cuando, por muy fieles que sean a sí mismos, los programas deben renovarse y demostrar que van cubriendo etapas. El veterano Informe semanal, que cumple enseguida los 35 años, es un buen ejemplo de esta práctica, renovando la música de Beltrán Moner y las infografías muy sutilmente, sin que chirríe.

Los de Días de cine no han aprovechado la marcha de Gasset para hacer lo propio. Y eso que antes de estos catorce años gassetianos, hubo etapas bien diferenciadas. Con el realizador César Abeytua, sin presentador. Y con Aitana Sánchez-Gijón al frente. Las sintonías cambiaron. Creo que el equipo de Días de cine no ha sido consciente del alcance del cambio.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios