¡Celebrémoslo! ¡Viva la muerte!

El aval del Constitucional al aborto como un derecho fundamental es una razón para entristecerse, desanimarse y asustarse. Entristece que se celebre como la conquista de un derecho y no como un mal -porque objetivamente se trata de matar- que debe regularse con pesar esperando que la educación sexual y el uso responsable de los anticonceptivos acabe con la mayoría de los embarazos no deseados.

Desanima que el Constitucional, excediendo sus límites, considere que la peor solución posible a los embarazos no deseados sea un derecho fundamental y diga que el sistema de plazos "garantiza el deber estatal de protección de la vida" del nasciturus.

Asusta que las sociedades desarrolladas consagren como un derecho la bárbara práctica de dar muerte a los fetos en los vientres de sus madres declarándolo, en nuestro caso, conforme a la Constitución porque "reconoce a la mujer embarazada el ámbito razonable de autodeterminación que requiere la efectividad de su derecho fundamental a la integridad física y moral, en conexión con su derecho a la dignidad y libre desarrollo de su personalidad". Lo que, según los magistrados, exige el reconocimiento legal de "un ámbito de libertad en el que la mujer pueda adoptar razonablemente, de forma autónoma y sin coerción de ningún tipo, la decisión que considere más adecuada en cuanto a la continuación o no de la gestación", desplazando la decisión sobre la maternidad del coito a la interrupción de la gestación dando muerte al feto. Sé que es una batalla perdida y que la inmensa mayoría de mis conciudadanos lo apoyan y celebran. Incluso se pide incluirlo en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Por eso me asusta vivir en una sociedad así, tan ejemplar en la defensa de algunos derechos y libertades, tan bárbara en este aspecto. Y aún más que en ella vivan mis hijos y mis nietos.

Sumo el asco al oír a Díaz, Montero, Zapatero o Sánchez. "Hoy -ha dicho el presidente- el futuro ha vuelto a dar la razón al progreso y ha dejado a la derecha donde siempre, en contra de los avances sociales, en contra de reconocer los derechos y libertades de las mujeres de este país. Celebrémoslo, es una nueva victoria de las mujeres y un fracaso de los neoconservadores y de aquellos que no creen en los avances, conquistas y dignidad". ¿Celebrar la muerte? Recuerdo a Unamuno: "Acabo de oír el grito de ¡viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida!".