Ceuta, culpa y responsabilidad

Frente a un contrincante con poder sobre nuestros puntos débiles y amigos poderosos, hay que medir las acciones

20 de mayo 2021 - 01:46

La culpa no es del Gobierno español, sino del rey de Marruecos. Pero una parte considerable de la responsabilidad de los gravísimos hechos vividos en Ceuta es de nuestro chapucero Gobierno y nuestra catastrófica política exterior. Se han citado estos días el desaire de Pedro Sánchez no respetando la costumbre de que la primera visita de los presidentes españoles sea al rey de Marruecos, el desafío de Pablo Iglesias exigiendo un referéndum en el Sahara o la suspensión de la cumbre hispano-marroquí. Y ahora se ha gestionado mal la cuestión del líder del Frente Polisario, negociada con Argelia a espaldas de Marruecos.

En política exterior, no es lo más importante la razón que se lleve,sino el equilibrio de fuerzas. Hay que medirlas antes de emprender acciones contra quien tiene armas y aliados poderosos. La monarquía alauita tiene las primeras -ser barrera de contención del desborde migratorio y pieza clave en la lucha contra el yihadismo- y a los segundos, fundamentalmente Estados Unidos y Francia. Además de contar con la pasividad de la UE, a la que resulta tan cómodo dejar abandonada a Italia durante los peores meses del drama de los refugiados como ignorar que Andalucía, Ceuta, Melilla y Canarias son fronteras vulnerables de Europa y no sólo de España.

La amistad entre Marruecos y Estados Unidos -lo que suele olvidarse- se remonta a 1777, cuando el sultán Mohamed III ayudó al naciente país en la guerra de independencia, fue el primer país que reconoció a la nueva nación y en 1786 firmó un tratado de amistad marroquí-estadounidense. En cuanto a las relaciones entre Marruecos y Francia, que no han dejado de atravesar sus momentos de crisis, se remontan en el siglo pasado al largo protectorado francés que duró de 1912 a 1956, dejando una huella tan profunda que el francés sigue siendo una lengua casi cooficial. Viví, y la recuerdo, la visita triunfal de Mohamed V a Tánger en 1956, una vez que Francia rectificó el error de su exilio en Madagascar.

Marruecos ha exhibido sus armas abriendo -literalmente: están grabadas las imágenes- las puertas para que 8.000 desgraciados, entre ellos 1.500 menores, entren en Ceuta. Frente a un contrincante carente de escrúpulos humanitarios, con resortes para atacar nuestros puntos débiles y amigos poderosos, siendo como somos una de las fronteras de Europa, hay que medir muy bien el alcance de las acciones. Y no se ha hecho.

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