Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nada más distinto que dos hermanos
Algunos de los dictámenes de las comisiones de Patrimonio son dignos de ser incluidos en el guión de un programa de humor, de esos que difunden en horario preferente para hacernos las noches agradables a la hora de la cena. Hay ya suficientes dictámenes como para una colección, merecedores todos de ser premiados con risas en off. El último es una verdadera perla africana, aunque se han cuidado mucho de no dejarla por escrito para reducir la mofa. Resulta que los señores de la Comisión Local de Patrimonio, la otra, tumban las pérgolas que mi Juan (Espadas) quería poner en el Paseo del Marqués de Contadero para generar sombra y suavizar el mamarracho puro y duro que nos dejaron diseñado y construido ciertos señores de la Gerencia de Urbanismo en 2017. Aquellos técnicos nos endiñaron un paseo la mar de fresquito por las que hilan. Un modelo de espacio feo, agreste, inhóspito. Pero ahora, después de haber consentido tamaño despropósito, resulta que los señores de la comisión comunican que no se pueden instalar las pérgolas porque distorsionan el paisaje del Paseo de Colón visto desde la calle Betis. ¡Toma del frasco, Carrasco! Ahí lo lleva mi Juan.
Después de avalar esa gran losa de hormigón a la intemperie, los miembros de la comisión se preocupan ahora del impacto visual de unas pérgolas en un territorio moscovita. Me recuerda al papelón que hicieron cuando impidieron el traslado de la fuente de la Encarnación, la que está en la Encarnita, porque era un elemento original de la plaza que no se podía sacar de su contexto. Ay, qué risa, María Luisa. ¡Y lo dijeron después de haber permitido nada menos que la construcción de las Setas a veinte metros de la pobre fuente! O son unos ignorantes, o unos desahogados, o directamente nos toman por memos. No sé si es peor lo primero, lo segundo o lo tercero. Seguiremos soportando el portaaviones Colón, que es esa superficie al sol que más calienta junto a la Torre del Oro, idónea para que los turistas se pongan con la piel color salmón, con esas barandillas que se calientan que da gusto y esos cristales modelo hotel NH, todo muy apropiado para estar junto a dos bienes de interés cultural como son la torre y la plaza de toros.
Pero las pérgolas no, que las pérgolas con vegetación rompen la vista desde la calle Betis. Mi Juan me prometió que antes de dejar la Alcaldía pondría sombra en la Avenida de la Constitución. Deseando estoy leer el dictamen de la comisión cuando le llegue este otro proyecto, porque la cosa promete a episodio de Benny Hill. Carcajadas por no llorar.
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