La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Constitución, no doctrina

A ver si vamos a repetir el error de responder con el Catecismo Socialista a los de Astete y Ripalda

En el ataque a la enseñanza concertada, eliminando el principio de demanda social, se equivoca la ministra de Educación. En la insistencia en que la asignatura de religión sea evaluable se equivoca la Conferencia Episcopal. Y en su sustitución por una asignatura de valores cívicos se equivoca la ministra de Educación. Lo primero recorta derechos de los padres con menor poder adquisitivo. Lo segundo está tejido con medias verdades: hasta bajo el franquismo la asignatura obligatoria de religión estaba devaluada como una de "las tres marías" junto a la gimnasia y la Formación del Espíritu Nacional. La religión como catequesis corresponde a los padres, las parroquias y otras organizaciones religiosas (piénsese en las hermandades como centros de formación y no solo de trompeteo y kostalgymn).

Lo dice quien estudió hasta los once años en un colegio público francés de Tánger con compañeros católicos, judíos, musulmanes o sin religión, y se formó en su casa tangerina-de la que nunca estuvieron ausentes el Calvario, Jesús Nazareno, el Gran Poder, la Amargura y la Macarena- y con los franciscanos. Debería ser obligatoria una asignatura de historia de las religiones, con especial énfasis en el judeocristianismo para poder comprendernos como europeos e interpretar nuestra cultura, razón por la que también debería estudiarse el islamismo -por su influencia histórica y su presencia- sin ignorar la mitología clásica, para no confundir Venus con una stripper o Apolo con un boy de despedida de solteras, y unas nociones de hinduismo, budismo y taoísmo.

Lo de una asignatura de valores cívicos huele evitar el camino recto de la Constitución y la Declaración de los Derechos Humanos para dar los sinuosos rodeos de la manipulación ideológica. Al igual que en un Estado aconfesional no se deben considerar evaluables los contenidos doctrinales de una religión, tampoco deben serlo los de unos determinados valores éticos o cívicos. Solo nos concierne y obliga a todos por igual la Constitución y los Derechos Humanos. Enséñense como la gran plaza pública y el gran punto de encuentro de todos los españoles, sean cuales sean sus creencias o ideas, y olvídese el adoctrinamiento. A ver si vamos a repetir el error de los años 20 del pasado siglo cuando desde el PSOE se respondió con el Catecismo de la Doctrina Socialista de Felipe Carretero a los Catecismos de Astete y Ripalda.

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