Algo no anda del todo bien cuando un periódico titula La filtración sobre Ayuso y el ascenso de Delgado dejan al fiscal contra las cuerdas y otro, El Gobierno madrileño carga contra la Fiscalía tras difundir mentiras en defensa del novio de Ayuso.

Algo no anda del todo bien cuando uno titula El Colegio de Abogados de Madrid sale en defensa de la pareja de Ayuso, que admitió ser un defraudador fiscal y otro, El Colegio de la Abogacía se niega a firmar un comunicado con el fiscal general para zanjar el escándalo de la filtración contra Ayuso.

Algo no anda del todo bien cuando uno titula Bruselas avisa a la Comisión de Venecia: la amnistía incluye delitos que la UE define como terrorismo y otro, El dictamen de la Comisión de Venecia desinfla el plan internacional del PP en contra de la amnistía.

Una cosa es la necesaria y legítima interpretación de la realidad que cada medio haga de acuerdo con su línea editorial y otra que se publique a la vez una cosa y su contraria según lo que parece más una opinión que una información, un ponerse a favor o en contra del Gobierno o de la oposición que fuerza la interpretación de los hechos hasta hacerles decir lo que no dicen, como si de la prensa de empresa se hubiera involucionado a la prensa de partido del siglo XIX.

Se alienta con esto la deriva ciudadana de estar con unos u otros más allá de toda evidencia razonable, de la polarización que genera adhesiones inquebrantables, del prefiero equivocarme con el partido que tener razón fuera de él (y mucho menos contra él).

Me pregunto cuántos militantes, simpatizantes y votantes del PSOE creen de verdad que la amnistía es un generoso esfuerzo por la reconciliación en vez de una claudicación ante las condiciones impuestas por Puigdemont a cambio de siete votos. Cuando los militantes, votantes y simpatizantes de un partido se ven obligados a comulgar con ruedas de molino, viendo negro donde hay blanco, se hace un flaco favor a la razón y a la democracia porque se está sacrificando la libertad crítica a la sumisión partidista. La explicación más benévola de esta actitud sería que se sacrifican, inmolando la razón, aceptando lo inaceptable y dando por verdades las mentiras, para evitar que la fachosfera se adueñe de España, que mejor lo malo conocido que lo peor por conocer. Para lo que es necesario convertir a la oposición, no en rival, sino en enemiga. Peligroso.