Tribuna Económica

Rogelio / Velasco

Convergencia y divergencia

18 de diciembre 2013 - 01:00

LAS estadísticas comunitarias han desvelado estos días la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) por habitante entre los países de la Unión Europea (UE) durante los últimos 15 años. La crisis está siendo más dura en España que en la mayoría de los países, lo que ha provocado un cambio significativo de nuestra posición relativa.

Al inicio de la crisis en 2007, nuestro PIB per cápita era superior a la media de la UE, alcanzando el nivel de 105. El dato conocido estos días indica que para 2012 ha descendido al 96. Convergimos hasta el año 2007, llegando a superar a Italia; desde entonces nos hemos alejado.

¿A qué razones obedece ese proceso? Durante los años ochenta se pusieron de moda los estudios sobre la convergencia económica de países y regiones en el tiempo. Como la teoría del crecimiento entonces dominante -los trabajos del premio Nobel Robert Solow- contemplaba como resultado fundamental la convergencia en renta por habitante -aunque condicionada al cumplimiento de determinados requisitos-, existió una considerable inclinación a pensar que en España iba también a suceder, de manera que creceríamos más rápidamente que la UE y que las regiones menos ricas lo harían también más rápidamente que las más desarrolladas.

Y es cierto que si se parte de un menor nivel de renta, la introducción de nuevas tecnologías y métodos de producción e innovación, o la mayor apertura y exportaciones de países y regiones más atrasados provocan que su crecimiento sea mayor que los países y regiones más maduros, puesto que éstos ya han transitado por esos procesos y los han aprovechado.

Sin embargo, aunque esos factores sean los que expliquen el crecimiento a largo plazo, éste puede estar impulsado de manera transitoria por otros, que no son sostenibles. En particular, un crecimiento del gasto público, tanto de inversión como corriente excepcionalmente elevado durante unos años, o la expansión del crédito bancario a tasas muy elevadas pueden impulsar el crecimiento de forma excepcional durante un periodo más o menor prolongado, contribuyendo poderosamente a la convergencia en renta por habitante entre países y regiones.

Lo que ha ocurrido en España respecto de la UE ha sucedido también entre las regiones más ricas y más pobres dentro de nuestro país. Entre los años 2008 y 2012 la brecha entre el País Vasco (129 sobre 100) y Extremadura (68,4 sobre 100) se ha agrandado de 61 a 67,8 puntos porcentuales respecto de la media 100. Igualmente le ha sucedido a Andalucía, que ha pasado de 77 a 74 respecto de 100 en los mismos años.

El mayor peso de sectores tradicionales (turismo y construcción), la menor propensión exportadora y el mayor peso del gasto público corriente y de inversión explican en gran medida la caída en la convergencia de estas comunidades respecto de las más ricas.

Como los factores que impulsaron su crecimiento no están, ni van a estar, operativos durante mucho tiempo, son las exportaciones la variable más importante que permitiría volver al crecimiento y al acercamiento con las regiones más avanzadas.

Las empresas -con el apoyo de los gobiernos- deberían dedicar todos los recursos posibles para aumentar la internacionalización de nuestra economía porque es la única vía clara para crecer y converger.

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