Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Cuba, patria o muerte, una redundancia

El régimen comunista más atractivo del siglo XX termina por acogerse al Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas Ara toca Catalunya. ¿Otra vez?

Una mujer muestra la nevera de su casa en Santa Ana, cerca de Varadero, en Cuba.

Una mujer muestra la nevera de su casa en Santa Ana, cerca de Varadero, en Cuba. / Yander Zamora/EFE

CUBA pasa hambre, no ya necesidad o carestía como durante el llamado período especial –los años que sucedieron a la caída de su gran benefactor, la Unión Soviética–, sino hambre de verdad, tanta que cientos de ciudadanos salieron a las calles a protestar el pasado fin de semana en Santiago a pesar del miedo a la represión. Después de sufrir cortes de electricidad de 16 horas diarias desde principios de marzo, así como la falta total de los alimentos que debe garantizar la cesta nacional, los manifestantes gritaban “¡corriente y comida!” por la céntrica Carretera del Moro. El régimen comunista más atractivo del siglo XX, el del supuesto lado humano, ha terminado por acogerse al Programa Mundial de Alimentos para que la ONU le abastezca de leche en polvo para los menores de siete años.

Cuba alumbró el primer populismo nacionalista poco después de independizarse de España. Tan pronto como dejó de ser colonia hispana, los poetas comenzaron a cantar contra el imperalismo yanki en una oda que recorrió todo el continente y que fue asumida por presidentes constitucionales y también por espadones, generales y dictadores. Patria o muerte fue el clamor que llegó desde la guerrilla de Sierra Maestra, y del que nunca se separó Fidel Castro, porque su antimperialismo fue un multiusos que servía tanto para encarcelar disidentes como para justificar las guerras en las que intervino en África al servicio del otro imperio, el ruso.

Por eso no es de extrañar que Díaz-Canel, sucesor de los hermanos Castro, culpe a agentes de Estados Unidos y a terroristas al servicio del extranjero del malestar en la isla, pero esta es una acusación que ya no cuela, si el régimen se sostiene es por la represión que ejercen los cuerpos de seguridad y los chivatos de cada cuadra, los antiguos comités de defensa de la revolución. Patria o vida es lo que reclaman ahora los cubanos en estas protestas que igualan las del 11 y 12 de julio de 2011, cuando policías y militares se tuvieron que emplear a fondo para reconducir la normalidad mortecina.

Cuando murió ese líder indigesto que fue Fidel Castro –hablaba y hablaba como un loro dopado–, el régimen debió copiar la estrategia de los franquistas que sobrevivieron a Franco en España para haber alumbrado una transición desde el poder sin ajustar cuentas con el pasado, pero como el dictador dejó aconsejado no se dio un paso atrás ni para coger impulso. Su gran criatura, la revolución nicaragüense, aún ha terminado peor en manos de un dictador que encarcela a curas, a rojos y a azules. Tristes finales.

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