Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Ara toca Catalunya. ¿Otra vez?

Los demás son los soslayados por este abuso identitario, por esta reclamación sinfónica de todo tipo de singularidades El pestillito del SAS El pregón infinito

Pere Aragonès junto a la 'consellera' de Economía, Natàlia Mas.

Pere Aragonès junto a la 'consellera' de Economía, Natàlia Mas. / Quique García / Efe

AHORA toca Catalunya. ¿Otra vez? La primera vez fue en mayo de 1996, cuando José María Aznar hablaba catalán en la intimidad, cuando se disponía a entregar la cabeza de Juan en la persona de Alejo Vidal Cuadras, cuando preparaba el mayor paquete de transferencias desde el Gobierno a las comunidades como pago a una legislatura, cuando borraba la figura de los gobernadores civiles, cuando todo eso ocurría, digo, Jordi Pujol pronunció aquello de ara toca Catalunya. 23 años después, el PSC, el partido hermano del PSOE, ha rescatado aquella bravuconada pujolista como lema de su último congreso y apertura de la campaña electoral que concluirá el próximo 12 de mayo. Ahora toca Cataluña. ¿Y a los demás, cuándo les toca?

Y con los demás no me refiero a los andaluces, a los extremeños o a los gallegos, los demás son los otros, aquellos soslayados por este abuso identitario que tiene consumida la política nacional, y buena parte de la global, por esta reclamación sinfónica de singularidades nacionalistas, étnicas, de género y de orientación sexual. La etiqueta os hará libres.

Desde el año 2017 se han sucedido en Cataluña una serie de gobiernos ineficaces para los demás, cuyos objetivos principales fueron solventar el atasco judicial del procès sin renunciar a buena parte de sus reclamaciones, de tal modo que conseguida la amnistía, ahora lo que toca es el cupo catalán, un acuerdo fiscal con el Estado para que sea la Generalitat la que recaude todos los impuestos que se cobran en el territorio, se los quede y pague al resto un fondo de solidaridad. Como el País Vasco y Navarra.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha presentado este plan, precedido del aldabonazo de las cámaras de comercio, de las patronales y de los círculos de influencia , de todos esos que se consideran a sí mismos el tejido empresarial catalán, porque en eso sí coinciden el fugado de Waterloo, los de Esquerra, los del Eixample, el PP que fue de Alicia Sánchez Camacho y ese PSC que ahora teme una reacción de parte de su electorado contra la amnistía. Unos le llaman cupo, otro singularidad, concierto o pacto, lo mismo es.

La solidaridad territorial es una falacia, porque el Estado no es un entidad caritativa, sino redistribuidora de riqueza, y porque la ejercen los contribuyentes de modo individual y no los territorios.

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