Francisco Correal

Dalí y Freud

Cuchillo sin filo

03 de octubre 2014 - 01:00

ES el único español que aparece en las memorias de Stefan Zweig, en ese monumento al buen gusto y al mal siglo que el escritor vienés tituló La mirada de ayer. La escena no deja de tener su comicidad: un genio de la locura retratando al padre del psicoanálisis. Como tantos judíos centroeuropeos, Sigmund Freud se exilió a Londres. Su compatriota Stefan Zweig lo visitaba con frecuencia y en una de esas visitas le acompañó su amigo Salvador Dalí. El testigo de dos guerras mundiales que se quitó la vida en América después de retratar el suicidio de Europa no le quiso regalar a Freud el cuadro de Dalí porque se insinuaba la sombra de la muerte que se cernía sobre el interpretador de sueños y tabúes.

Es el final de su libro y en él le dedica párrafos muy emotivos a Freud, intelectual ungido por el coraje moral, "el único heroísmo en la Tierra que no reclama víctimas ajenas", escribe Zweig. Dalí es la excepción española en este compendio de lumbreras europeos. De España salen un par de fogonazos más: la comparación del cosmopolitismo de la Viena de comienzos de siglo con la España del siglo XV anterior a la expulsión de los judíos y la llegada en julio del 36, en los albores de la guerra civil, al puerto de Vigo desde Southhampton antes de cruzar el océano Atlántico.

Gregor Acuña, joven dramaturgo y veterano actor, pretende recrear en un proyecto teatral la última hora de vida de Stefan Zweig. El vienés dejó como legado sus últimos días. El adiós a la Europa que se desangraba. Su doloroso exilio en Londres, entregado a los tres volúmenes de la biografía de Balzac; la anulación de los trámites de su segundo matrimonio porque ese mismo día se conoció la invasión alemana de Polonia y el funcionario británico interrumpió todos los papeleos.

"He visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas", escribe en su catálogo de horrores, "el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea". Sería yo un imbécil y un irresponsable -y muy mal lector de Zweig- si pretendiera comparar a Artur Mas con Mussolini, Hitler o Stalin, cabezas de esa hidra que mutiló a Europa, pero con el retrato inédito de Dalí a Freud como telón de fondo, si algo falta en el proceso en marcha es coraje moral y si algo sobra son víctimas ajenas.

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