CADA semana, la oratoria política formula la cuadratura del círculo invocando un verbo como si fuera mantra. Una semana fue el verbo recortar. Otra se sobrelleva el cabreo general manejando el verbo reprogramar. Y así pasa el tiempo, siete días de fusionar, otros tantos de reestructurar. Ahora ponen de moda despolitizar. En el principio fue el verbo para todos y cada uno de los peldaños de la crisis de modelo económico, y de confianza en el buen gobierno de las instituciones, que estamos bajando paso a paso sin ver dónde está el sótano.
Ahora, porque el pueblo deprimido ya se mosquea con las bicocas que se han repartido año tras año los políticos en boga y sus colegas venidos a menos, se anuncia la despolitización de las cajas. A partir de ahí, van a convertir la palabra despolitización en un tópico.
El personaje de la semana en Sevilla se llama Marco Antonio Piñero Gómez. Era secretario del PSOE en Bellavista y está contratado por la Fundación DeSevilla, que controla IU, con un sueldo mensual de 2.200 euros para hacer funciones de administrativo. Pero no va a trabajar. No comparece en su puesto de trabajo. Es economía política sumergida. Cobrar sin tener nada que hacer, está de más. Para hundir la imagen de Andalucía emprendedora. Todo por la cara. La suya y la de los dirigentes de PSOE e IU por pactar el empleo fantasma de uno de los nuestros. Uno más. Sale a la luz el contubernio y no reaccionan para salvaguardar la honorabilidad de las instituciones. Y los sindicatos también callan, cuando en la provincia hay 200.000 parados que podrían avasallar a quienes lo perpetran.
Daríamos un salto de gigante en productividad y ahorro presupuestario si se despolitizan (y jibarizan) las empresas públicas y las fundaciones satélite. Unas y otras han sido creadas o infladas para dar de comer a los paniaguados del poder. Principio quieren las cosas. A despolitizar la desvergüenza. La de derechas y la de izquierdas. A por ellos, con oé y sin oé.
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