La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez aguanta más que el telexto
EL asunto ha sido la comidilla en las redes sociales durante los últimos días. Un padre indignado después de que la profesora de lengua de su hija hiciera una corrección errónea en una tarea cambiando "echaba de menos" por "hechaba de menos" decidió colgar el despropósito en Twitter a la atención de Arturo Pérez Reverte. El padre preguntó al escritor qué podía hacer con la docente, y el interpelado respondió: "Resignación. Su hija lo pagaría. No es la maestra, es el sistema. Que la niña aprenda bien inglés para largarse de aquí". Después, eso sí, se refirió a la correctora como "profesora de lengua basura". Y, bueno, las redes sociales han servido para esto. Antes pasaba esto, uno iba al colegio de sus hijos a pedir explicaciones al maestro y, si la cosa se ponía fea, trasladaba el caso a la dirección del centro. Pero ahora no hace falta pasar el mal trago: basta con divulgarlo en las redes sociales, donde gobierna la estupidez más primaria y donde todos los juicios son sumarísimos. Es bastante probable que a esta historia se le puedan añadir matices y claroscuros, pero nada contribuye a elevar el ego tanto como millones de retuiteos dándote la razón. Por otra parte, cabe esperar que don Arturo Pérez Reverte no haya cometido una falta de ortografía en su vida, que para eso es académico. Y a lo mejor en esto ha tenido que ver algún maestro.
Al cabo, el novelista no hace más que practicar el verdadero deporte nacional: humillar a los profesores. Ya hace mucho tiempo que constituye una costumbre de barra de bar ciscarse en esa gentuza que cobra sueldos tan elevados, disfruta de tantas vacaciones y encima se hace cargo de nuestros hijos. ¿Es para matarlos, o no es para matarlos? Curiosamente, el debate pasa por alto la presión bajo la que tiene que trabajar el colectivo, a menudo lejos de sus casas, con reformas legales a cada curso para las que no cuentan con materiales ni con apoyos administrativos y con un respaldo social nulo. Tampoco se apresuran ciertos padres, no pocos, a admitir que, quizá, los maestros y profesores no están ahí para hacerse cargo de sus hijos, que ésa es su responsabilidad, y que si en España los niños ven más televisión que en el resto de Europa es por su culpa. No, lo mejor es no dejarles pasar ni una. Pero ni una. Tampoco faltan móviles en clase para grabar a los maestros cuando pierden los papeles y colgarlo luego en la red. Prueben a hacer su trabajo en esas condiciones y luego, si quieren, hablamos.
Tal vez, don Arturo, denigrar a los maestros sea disparar al enemigo equivocado. Mi hija estudiará en España, pero de educarla ya me encargo yo. Con su permiso.
También te puede interesar