La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Duelo de papas fritas

El Amanecer vs. La Papa que Llevas. Duelo de titanes de las papas fritas sin vencedor: hay empate

Huelva contra Sevilla, Mazagón contra Santa Catalina, El Amanecer contra La Papa que Llevas. Un duelo de titanes como el de la película de Burt Lancaster y Kirk Douglas. Allí eran los buenos (los Earp) contra los malos (los Clanton). Aquí es lo bueno contra lo bueno, lo excelente contra lo excelente, lo crujiente contra lo crujiente. En veteranía gana El Amanecer de Mazagón, fundada en 1983, mientras que la sevillana La Papa que Llevas lo fue en 2016. Pero en calidades, empate.

El Amanecer es la tradicional churrería que también vende papas fritas. La Papa que Llevas fue creada para devolverle a Sevilla las papas fritas que las antiguas calenterías vendían por las tardes como, afortunadamente, sigue haciendo la de la Magdalena (hace muchos años algunas también vendían soldaditos de pavía). Churros no ofrece, solo almendras tostadas, chicharrones y sobre todo sus extraordinarias papas fritas. Pero vaya si ha logrado ofrecerle a Sevilla el sabor y la reciedumbre de la papa de verdad recién frita de las antiguas calenterías, como la desaparecida de la Cruz Verde -¡esos churros del Viernes Santo por la mañana!- fijo punto de abastecimiento en mis paseos macarenos de juventud. Así son también las papas de El Amanecer. Empate en este duelo de titanes.

Cuando llegué aquí desde Matalascañas Beach -que decía la nunca olvidada Marisa Carrillo en sus programas de verano de Radio Sevilla- unos amigos sevillanos, tercera generación de veraneantes mazagonenses, me agasajaron en su chalé Pinomar con las delicias onubenses de sierra y mar de todos conocidas y apreciadas. Y como entrante, papas fritas de El Amanecer. Dios los bendiga. A mis días en Mazagón son lo que las tartas de la alemana fueron a los de Matalascañas. Cosas muy distintas, ya. Pero igualmente adictivas.

No comprendo que papafrita sea un insulto importado de Argentina, por ello tan del gusto de Mafalda. Es injusto para con el delicioso colonial que mereció los ensayos gastronómicos de los grandes Enrique Doyle (Tratado sobre el cultivo, uso y utilidades de las patatas o papas impreso por orden de Carlos III en 1797) y Antoine Parmentier (Traité sur la culture et les usages des pommes de terre -en francés suena mejor- impreso por orden de Luis XVI en 1789). Se hubieran sentido orgullosos de lo que El Amanecer y La Papa que Llevas han hecho con el tubérculo que ellos tanto defendieron y ensalzaron.

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