¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Elogio del amateur (también en política)

En el sexo, el deporte y la política el amateurismo siempre es muy superior al profesionalismo

Abascal y Tamames.

Abascal y Tamames. / DS

Elogio del amateur (también en política)NO hay duda de que la “opinión publicada” (la pública de toda la vida) se ha posicionado prácticamente en bloque contra la Operación Tamames que se inicia hoy en el Congreso de los Diputados. Los periódicos y radios (imagino que la TV también) han parecido en estos días congresos búlgaros en los que no se han escuchado apenas voces discordantes y se ha abierto desde muy temprano la barra libre de la rica adjetivación española. Todos los que normalmente critican la “brocha gorda” y la hiperventilación de Vox y sus antenas mediáticas no han ahorrado descalificaciones contra la moción de censura (desde la moderación y el frío análisis racional, por supuesto): “payasada”, “esperpento”, “vodevil”, “sainete”, “ataque a las instituciones democráticas”... Sin embargo, ha sido uno de estos descalificativos el que nos ha llamado especialmente la atención, sobre todo porque no le damos un sentido negativo al término. Nos referimos a la acusación de “amateurismo” con la que se pretende restar valor a la moción de censura.

Mostraré ya las cartas. En el sexo, el deporte y la política el amateurismo es siempre moralmente muy superior al profesionalismo. Puede que un o una profesional del amor sea capaz de ejecutar ciertas maniobras altamente placenteras, pero siempre será más satisfactorio espiritual y físicamente el torpe escarceo erótico con la persona amada. En el deporte no hay que dar muchos argumentos, basta con oler el ambiente. La podredumbre que se detecta hoy en el fútbol o el olimpismo tiene su raíz en una profesionalización que arrancó el limpio y épico sport de las manos de los gentlemen para convertirlo en un sucio negocio bajo el pretexto de una democratización que no era más que una estabulación. Y la política... Nadie puede dudar de que uno de los grandes males que sufre nuestra democracia es una excesiva profesionalización de los políticos, muchos de los cuales ya no tienen ningún oficio o carrera aparte de su labor como representante público o burócrata orgánico.

Amateurs de la política fueron todos esos profesores, arquitectos, notarios, ingenieros, militares, abogados, etcétera que compusieron las primeras Cortes de la democracia. Hoy echamos de menos no sólo su formación, sino también el espíritu libre de muchos de ellos frente a sus partidos políticos. Sencillamente no tenían que comer de su pienso. Era amateurs, gentelmens del parlamentarismo, gentes con recursos propios (intelectuales, morales, espirituales y profesionales). Tamames, pese a su poco meritoria condición de ex comunista, fue uno de ellos.

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